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  • El Problema de Israel

    El Problema de Israel

    Por Rev. Bassam M. Madany Middle East Resources

    www.unashamedofthegospel.org

    Traducido por Leandro Peguero

     

    I. Una Perspectiva Política e Histórica

    Para mayo 15 del 2008, el Estado de Israel alcanzaría su sexagésimo aniversario de existencia. Durante todo este tiempo raras veces ha disfrutado un día de paz. Sus vecinos han peleado desde la concepción de la idea de un estado Judío dentro de lo que ellos consideran ser un dominio exclusivo del Islam. 

    En este artículo me gustaría tratar con el “Problema de Israel” desde dos perspectivas distintas pero relacionadas “Histórico y Política”, y la “Bíblico y Teológica.”

    Durante la última semana de noviembre 2007, la Conferencia de Paz de Annapolis inicio sus sesiones de trabajo con discursos del presidente Bush, El Primer Ministro Israelí Olmert, y el Presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas.  No tengo intención de comentar la conferencia ya que muchos expertos han expresado sus puntos de vista sobre la misma. Mi interés es apuntar a la Raíz del Problema, a saber, El Islam.

    Cuando el imperio Otomano perdió sus posesiones en el Medio Oriente después de  La Primera Guerra Mundial, dos poderes de Europa intentaron llenar su vacío. Inglaterra y Francia obtuvieron un mandato de la Liga de Las Naciones para “conducir’ las naciones del área hacia la independencia y madurez política. Francia recibió el comando sobre Siria y El Líbano; mientras que Inglaterra cargaba con la responsabilidad en esta tarea sobre Palestina y Transjordania.

    La población Árabe de Palestina había esperado por una independencia total dentro estado Árabe más grande compuesto por lo que se conoce como La Gran Siria. Por otro lado, la población Judía en Palestina esperaba con ansias el establecimiento de un “Hogar Judío” en la Tierra Santa. Esta esperanza fue reavivada durante la Primera Guerra Mundial  por la “Declaración de Balfour” del Gobierno Británico quien vio con beneplácito el cumplimiento de ese sueño.

    Los años entre las dos Guerras Mundiales fueron tortuosos en Palestina. Mientras la inmigración Judía continuaba a un paso más acelerado que antes, Los Árabes bajo el liderazgo del Gran Mufti de Jerusalén, Hajj Amin el Huseini, resentían de manera tenaz la afluencia Judía en Palestina, y se levantaron de nuevo contra las autoridades Británicas en 1929, y a mitad de la década de 1930. Justo antes de la Segunda Guerra Mundial El Gobierno Británico emitió un “Libro Blanco” limitando el número de inmigrantes Judíos que entraban a Palestina, posponiendo así una solución duradera del problema.

    Tan pronto como la Guerra termino, el Gobierno Británico habiendo fallado al tratar de convencer los dos antagonistas de aceptar una solución provisional al problema, llevo el asunto la Organización de Las Naciones Unidas. Su Asamblea General voto in 1947 por la división de la tierra en un Estado Árabe Palestino y un Estado Judío.  Los Británicos sin poder o querer mantener ley y orden en Palestina anunciaron que su mandato terminaría el 14 de mayo de 1948.  Las últimas tropas Británicas salieron desde el puerto de Haifa ese fatídico día. A la media noche, el liderazgo de La Agencia Judía anunciaba el nacimiento del Estado de Israel, el cual iniciaba con David Ben Gurion como su primer Primer Ministro

    En la mañana del sábado 15 de mayo los ejercicitos de Irak, Siria, El Líbano, Transjordania y Egipto ingresaron en Palestina en una movida para evitar a Israel de tomar las partes de la tierra que les habían sido asignadas por el Plan de Partición de las Naciones Unidas. El recién nacido Estado de Israel reunió sus fuerzas y logró repeler la mayoría de los ejércitos invasores. La ONU intervino y logró un Acuerdo de Armisticioentre Israel y los estados Árabes. Como resultado de los combates que se prolongaron durante el verano de 1948, alrededor de 500,000 Árabes Palestinos abandonaron sus hogares y buscaron refugio al Este del Jordania, en Siria y en el Líbano. Ellos y sus numerosos descendientes aún viven en campos de refugiados en estos países, con el apoyo de la Agencia de las Naciones Unidas para el Socorro y el Trabajo, conocida como UNRWA! por sus siglas en Ingles.

    No es necesario dar informes detallados de las guerras mayores y menores que estallaron casi cada década desde 1948. Me referiré a ellas brevemente. En octubre de 1956, Israel respondió a la provocación del ejército egipcio y  grupos armados palestinos en la franja de Gaza, los cuales  invadieron  el Sinaí y llegaron hasta el canal de Suez. Esta acción fue coordinada con el ataque británico y francés contra el Canal que había sido nacionalizado por el presidente Nasser de Egipto.

    En junio de 1967, después de casi dos semanas de discursos ardientes de Nasser contra Israel, este solicitó la retirada de la fuerza de mantenimiento de la paz de la ONU en la península del Sinaí. Israel lanzó un ataque sorpresa contra los aeropuertos egipcios el 5 de junio. Durante esta guerra la cual duró seis días, Israel ocupó todo el Sinaí, Cisjordania y los Altos del Golán en Siria. Fue una victoria impresionante para Israel, y el evento más traumático para los Árabes.

    El presidente Nasser murió en septiembre de 1970, y fue sucedido por Anwar Sadat. El sábado 6 de octubre de 1973, Anwar Sadat lanzó un ataque sorpresa contra las fuerzas israelíes estacionadas en el lado Este del Canal de Suez. A esta acción se le unió el gobierno de Siria, que intentó liberar los Altos del Golán. Esta guerra, conocida como la Guerra de Yom Kippur (Día de la Expiación) resultó en la retirada de Israel del Sinaí. Se llegó a un acuerdo de paz entre los dos países. Unos años más tarde, el mismo día en que Anwar Sadat conmemoraba su victoria de 1973 sobre Israel, fue abatido a tiros por elementos islamistas radicales del Ejército Egipcio.

    Guerras menores entre Israel y los árabes han tenido lugar en las décadas de 1980, 1990 y 2000. A lo largo de todos estos años, varias administraciones estadounidenses se han involucrado en esfuerzos diplomáticos para lograr una solución al conflicto árabe-israelí, comenzando con los presidentes Carter, Clinton y Bush. Durante estos años, con bastante frecuencia parecía haber una resolución disponible, solo para desaparecer cuando era puesta a prueba. ¿Qué hace que el problema palestino sea tan imposible de resolver? O, ¿cuál es la raíz del conflicto aparentemente perpetuo Israelí-palestino? Creo que es el islam.

    Con los años, el Islam desarrolló una ideología que dice así: “cualquier tierra que se convierta en parte del Daru’l Islam (Casa del Islam) siempre permanecerá siendo islámica”. El imperialismo islámico se ha distinguido por ser totalmente diferente de los imperialismos europeos. Estos últimos fueron todos "sobre mares"y eventualmente llegaron a su fin. Por otro lado, el imperialismo islámico se extendió de manera contigua, y no se despojó fácilmente de sus territorios conquistados. Las tierras pérdidas para el Islam fueron aquellas que resistieron la asimilación total en la fe islámica, como en España, en Europa Central y Oriental, y en el subcontinente indio.      

    El eje central o incentivo de la ideología islámica es lo que me gustaría llamar "el derecho divino de conquista". Los musulmanes se glorían en el gran Futuhat (Conquistas). Después de todo, todos se hicieron "Fi Sabeel-Allah" (en el Camino de Allah). Ellos son bendecidos por Él; ¡más que eso, han sido predestinados por la voluntad divina! Por lo tanto, el Islam no puede y no admitiría el nacimiento de una patria judía dentro de Palestina. Esta tierra tan importante tanto para judíos como para cristianos, había sido "santificada" por Muhammad, quien según El Corán, hizo una "visita" especial a los cielos a través de Jerusalén. Ipso facto, Jerusalén se convirtió en la tercera ciudad sagrada del Islam después de La Meca y Medina. De hecho, la inclinación hegemónica del Islam se ve también en su apropiación de todos los grandes hombres y profetas de la antigüedad, comenzando con Adán y terminando con Jesús. ¡Todos ellos son considerados musulmanes, incluso antes del inicio del Islam!

    No quiero mostrar ninguna falta de respeto por los líderes políticos occidentales. Necesitan nuestras oraciones y cooperación en estos tiempos difíciles. Desafortunadamente, no parecen entender la verdadera naturaleza del Islam cuando lanzan sus iniciativas para resolver problemas entre países islámicos y sus vecinos.           

    En este sentido, me gustaría citar el artículo de Bernard Lewis, "Sobre la cuestión judía", publicado en el Wall Street Journal, el 26 de noviembre de 2007.

     "La primera pregunta (uno podría pensar que es obvio pero aparentemente no) es, "¿De qué se trata el conflicto?" Básicamente existen dos posibilidades: que se trata del tamaño de Israel, o de su existencia. “Si el problema es del tamaño de Israel, entonces tenemos un problema fronterizo directo... Si, por otro lado, el problema es la existencia de Israel, entonces claramente el problema es irresoluble por negociación.

    No existe una posición de compromiso entre lo existente y lo no existe, y ningún gobierno concebible de Israel va a negociar si ese país debería existir o no. De vez en cuando “La OLP” y otros portavoces palestinos, han dado indicaciones formales de reconocimiento de Israel en sus discursos diplomáticos en idiomas extranjeros. Pero ese no es el mensaje entregado en casa en árabe, en todo, desde libros de texto de primaria hasta discursos políticos y sermones religiosos.

    Los términos usados ​​en árabe denotan, no el fin de las hostilidades, sino un armisticio o tregua, hasta el momento en que la guerra contra Israel pueda reanudarse con mejores perspectivas de éxito. Sin una aceptación genuina del derecho de Israel a existir como Estado judío, ya que los más de 20 miembros de la Liga Árabe existen como Estados árabes, o el número mucho mayor de miembros de la Organización de la Conferencia Islámica existe como estados islámicos, la paz no puede ser negociada

    “[Para volver] a la cumbre de Annapolis. Si el problema no es el tamaño de Israel, sino su existencia, las negociaciones están preconcebidas. Y a la luz del historial anterior, está claro que ese es y seguirá siendo el problema, hasta que el liderazgo árabe logre o renuncie a su propósito: destruir a Israel. Ambos parecen igualmente improbables por el momento”.

     

    El problema de Israel II

    Una Perspectiva Teológico-Bíblica


    Sería un error para los cristianos, que creen en la autoridad suprema y final de la Palabra de Dios, considerar el Problema de Israel simplemente desde un punto de vista político e histórico. Por ejemplo, en su Carta a los Romanos, Pablo dedicó los capítulos 9, 10 y 11 a un tratamiento de este problema dentro del plan de salvación de Dios. Muy a menudo, descuidamos comentar sobre estos capítulos, dejando el campo a la escuela dispensacional de hermenéutica (principios de interpretación) Según esta escuela, el nacimiento del Estado de Israel fue un cumplimiento de la profecía bíblica.

    Por otro lado, los cristianos que se suscriben a la escuela de hermenéutica histórico-gramatical, niegan que el surgimiento de Israel como un estado independiente se haya llevado a cabo como cumplimiento de algunas profecías bíblicas. Nuestro desacuerdo con nuestros hermanos y hermanas dispensacionales no debe implicar que descuidemos el problema de Israel, desde una perspectiva bíblica y teológica. Uso el término "Israel" aquí como una referencia al pueblo del Antiguo Testamento de Dios. Quisiera citar el comentario del Profesor John Murray, LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS: Volumen II, Capítulos 9-16, publicado por Wm. B. Eerdmans Publishing Co. Grand Rapids, Michigan, 1965.

    “Pero, ¿qué pasa con los capítulos 9 a 11? Puede parecer que hay una discontinuidad en esta parte de la epístola y su longitud parece agravar la cuestión planteada. Es solo cuando fallamos en discernir o pasar por alto la relación que estos capítulos sostienen con la tesis de esta epístola que se considera cualquier pensamiento de irrelevancia o discontinuidad. Haciendo una inspección más cercana, se ve que esta parte de la epístola lleva a la reivindicación climática la tesis establecida en 1:16, 17 y las doctrinas correlativas desarrolladas más adelante en los capítulos 1 a 8. Si esta sección de la epístola estuviera ausente, habría una interrupción la cual nos  dejaría  con preguntas sin respuesta y por ende un estado de confusión. No es que podamos exigir o esperar respuestas a todas las preguntas. Pero en este caso, podemos estar profundamente agradecidos de que el autor supremo de La Escritura inspiró al Apóstol a tratar con preguntas tan pertinentes al gran tema de esta epístola y presionar urgentemente las mentes de los lectores inteligentes

    “Sin embargo, no son solo las preguntas que surgen de esta epístola las que se responden en los capítulos 9 al 11. Son las preguntas que la perspectiva bíblico-teológica derivada de toda la Escritura necesariamente provoca. Es notable hasta qué punto Pablo apela al Antiguo Testamento en esta parte de la epístola. Esta apelación muestra que los temas que trata son aquellos que tienen sus raíces en el Antiguo Testamento y, por lo tanto, deben entenderse a la luz de la interpretación y aplicación del apóstol. En otras palabras, el apóstol, escribiendo a la luz del cumplimiento que trajo el advenimiento de Cristo y la inspiración del Espíritu de Pentecostés, nos proporciona la orientación en términos de la cual las Escrituras proféticas deben ser entendidas.

    "En el capítulo 11: 11-32, Pablo revela lo que en el 11:25 llama" este misterio "de que el rechazo de Israel no es definitivo. Hay una implicación adicional del pacto Abrahámico que el futuro verificará y reivindicará, una implicación que va más allá de la recepción de un remanente en todas las generaciones. Como resultado del pacto con Abraham, un favor y amor de parte de Dios hacia Israel como pueblo aún permanecen en ejercicio.

    Son amados por causa de los padres, y esto es así a pesar de que están alienados del favor y la bendición de Dios (11:28). Los privilegios de Israel enumerados en 9: 4, 5 tienen relevancia permanente porque "los dones y el llamado de Dios son irrevocables" (11:29). De acuerdo con estas implicaciones de la promesa del pacto, habrá restauración de Israel a la fe y la bendición del evangelio. Esto lo llama Pablo "su plena restauración" (11:12), una plenitud en evidente contraste con su traspaso y pérdida y, por lo tanto, se caracteriza por una proporción que será comparable en la dirección opuesta. También llama a esto su "recepción" y también está en contraste con su "rechazo" (11:15).Es su injerto nuevamente en su propio olivo (11:23, 24). Finalmente, su restauración se expresa en estos términos: "todo Israel será salvo" (11:26)”. Páginas. Xii-xiv

    He citado extensamente el comentario del profesor Murray para enfatizar que el problema de Israel en los últimos dos mil años ha sido mucho más que un pueblo sin patria. No ignoro el hecho de que entre los años 70 y 1948 d.C., el pueblo judío vivió en la diáspora.

    Sus sufrimientos han sido indescriptibles en la mayoría de las tierras donde se establecieron, culminando con el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial. Mi sincera esperanza es que hoy en día los cristianos no restrinjan su preocupación por el pueblo de Israel simplemente a la esfera política, es decir, al Estado de Israel. Deberíamos estar igualmente preocupados por su bienestar espiritual. El cumplimiento de los pasajes proféticos de Romanos 9-11 tendrá lugar dentro de la esfera de la predicación del evangelio al pueblo de Israel. Esto es exactamente lo que Pablo enseña en esta sección de la epístola: "la fe viene por oír y oír por la palabra de Cristo". En el original griego: "ara h pistis ex akohs h de akoh dia rhmatos cristou". (Transliterado al alfabeto latino)

    A través de los años, ha habido muchas conversiones de judíos a la fe cristiana. El siglo XIX fue especialmente rico en tales ocurrencias.

     Me gustaría citar lo siguiente de un artículo en Wikipedia sobre la vida y los logros de un judío austríaco que vino al Señor Jesucristo.

    Alfred Edersheim (1825 - 1889) fue un judío convertido al cristianismo y un erudito bíblico conocido especialmente por su libro La vida y los tiempos de Jesús el Mesías (1883).

    “Edersheim nació en Viena de padres de afluencia y cultura judías. En su casa se hablaba inglés, y aprendió a hablarlo de manera fluida a una edad temprana. Fue educado en la escuela local y también en el Talmud y la Torá en una escuela hebrea, y en 1841 ingresó en la Universidad de Viena. Su padre sufrió enfermedades y problemas financieros y Alfred tuvo que mantenerse por sí mismo antes de que pudiera completar su educación universitaria.

     “Edersheim emigró a Hungría y se convirtió en profesor de idiomas. Se convirtió al cristianismo en Pesth bajo la influencia de John Duncan, un capellán de los trabajadores de la Iglesia de Escocia que se dedicaban a construir un puente sobre el Danubio. Edersheim acompañó a Duncan a su regreso a Escocia y estudió teología en New College, Edimburgo y en la Universidad de Berlín. En 1846 fue ordenado al ministerio de la Iglesia Presbiteriana. Fue misionero de los judíos en Rumania durante un año.

    En 1861, los problemas de salud lo obligaron a renunciar y la Iglesia de San Andrés fue construida para él en Torquay. En 1872, la salud de Edersheim lo obligó nuevamente a retirarse, y durante cuatro años vivió tranquilamente en Bournemouth. En 1875 fue ordenado en la Iglesia de Inglaterra y de 1876 a 1882 Vicario de Lodera, Dorsetshire. En 1882 renunció y se mudó a Oxford. Fue Predicador Selecto de la Universidad 1884-85 y profesor de la Catedra Grinfield en la Septuaginta, 1886-88 y 1888-89. Edersheim murió en Merton, Francia, el 16 de marzo de 1889. http://en.wikipedia.org/wiki/Alfred_Edersheim

    Otra conversión destacada fue la de Felix Mendelssohn (1809-1847). Agregó  Bartholdy a su apellido después de convertirse en cristiano. Entre sus muchos logros como compositor y director de orquesta, está su papel en el renacimiento de la música de J. S. Bach. ¡Condujo la Pasión de San Mateo de Bach en 1829, en Berlín, por primera vez después de la muerte del compositor en 1750! Un año antes de su muerte, compuso el oratorio Elijah.

    El siglo XIX fue testigo de un gran renacimiento de interés en el idioma hebreo y en las misiones a los judíos. Uno de los hombres que desempeñó un papel importante en ese movimiento fue Franz Delitzsch (1813-1890). Aquí hay algunas citas sobre él de Wikipedia:

     “Franz Delitzsch (1813-1890) fue un teólogo y hebraista luterano alemán. Ocupó la cátedra de teología en Rostock desde 1846 hasta 1850, y en Erlangen hasta 1867, y luego en Leipzig hasta su muerte. Delitzsch escribió muchos comentarios sobre libros de la Biblia, antigüedades judías, psicología bíblica, una historia de poesía judía y apologética cristiana.

     “Defendió a la comunidad judía contra los ataques antisemitas y tradujo el Nuevo Testamento al hebreo. En 1880 estableció el Institutum Judaicum en Leipzig para la formación de trabajadores misioneros entre los judíos.

    “Hoy, Delitzsch es mejor conocido por su traducción del Nuevo Testamento al hebreo. La traducción de Delitzsch todavía se considera la edición estándar del Nuevo Testamento en hebreo. Es notable porque se compuso antes del renacimiento moderno del idioma, pero aún permanece fresco y vivo para los lectores de hoy.

    “Delitzsch también colaboró ​​con J. F. K Keil en una serie de comentarios que cubre todo el Antiguo Testamento y aún se mantiene en imprenta, aunque  apareció por primera vez en 1861.Delitzsch contribuyó con los comentarios sobre Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares e Isaías”.

    Debo agregar a la información anterior de Wikipediaque estos comentarios fueron escritos en alemán y traducidos al inglés. Tengo todo el conjunto publicado por Wm. B. Eerdmans Publishing Company en Grand Rapids, Michigan. El valor especial de esta serie es que los comentarios se basan en el texto hebreo del Antiguo Testamento. Si bien las iniciales del Dr. Keil se enumeran en Wikipedia como J.F.K., los comentarios que tengo en mi poder las enumeran como C. F! Además, el Dr. Delitzsch escribió un comentario de dos grupos sobre la "Epístola a los Hebreos" basado en el texto griego del Nuevo Testamento.

    Habiendo considerado los grandes logros del siglo XIX en el campo de las misiones a los judíos, es responsabilidad de Los cristianos en nuestros días no limitan su preocupación por los judíos simplemente a los aspectos políticos que rodean al Estado de Israel y sus luchas por la supervivencia en una atmósfera islámica hostil. Las Buenas Nuevas del Mesías deben ser proclamadas a los judíos en todas partes, con amor y sinceridad. Podemos hacer eso en base a la gran esperanza que se nos da en Romanos 11: 25-36:

    25 Hermanos, quiero que entiendan este misterio para que no se vuelvan presuntuosos. Parte de Israel se ha endurecido, y así permanecerá hasta que haya entrado la totalidad de los gentiles. 26 De esta manera todo Israel será salvo, como está escrito:

    «El redentor vendrá de Sion y apartará de Jacob la impiedad.27 Y este será mi pacto con ellos cuando perdone sus pecados».

    28 Con respecto al evangelio, los israelitas son enemigos de Dios para bien de ustedes; pero, si tomamos en cuenta la elección, son amados de Dios por causa de los patriarcas, 29 porque las dádivas de Dios son irrevocables, como lo es también su llamamiento.

    Contemplando ese gran evento futuro, Pablo irrumpió en una de las doxologías más alegres de la Biblia:

    ¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios  e impenetrables sus caminos!34 « ¿Quién ha conocido la mente del Señor,  o quién ha sido su consejero?» 35 « ¿Quién le ha dado primero a Dios,  para que luego Dios le pague?» 36 Porque todas las cosas proceden de él,  y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén.

     

     

    Añadido a este sitio: 13 de julio, 2020

  • Evaluando el Premilenialismo - Parte 2

    EVALUANDO EL PREMILENIALISMO

    Por: Cornelis P. Venema

    En: The Promise of the Future

    Traducido al español por: Carlos J. Alarcón Q.

     

    EL REGRESO DE CRISTO Y EL RAPTO

    Ninguna evaluación del premilenialismo dispensacional puede ignorar su enseñanza de un retorno de Cristo en dos fases, la primera fase se conoce comúnmente como el rapto. Esta característica es su aspecto más conocido. Popularizado por libros tan vendidos como The Late Great Planet Earth de Hal Lindsey, la película The Return, y calcomanías de parachoques que advierten a otros que en el caso del rapto el vehículo estará sin conductor y posiblemente sin pasajeros. El dispensacionalismo ha tenido un gran número de seguidores entre Cristianos conservadores, especialmente en América del Norte.

    El punto de vista que ha predominado en el dispensacionalismo se conoce como rapto pretribulacional. Como se señaló anteriormente, la versión clásica más antigua del Dispensacionalismo sostenía que la primera fase del regreso de Cristo, su ‘ëcomingí’ (venida) o ‘ëappearingí’ (parusía), precedería a un período de siete años de tribulación, y que la segunda fase del regreso de Cristo, su ‘ërevelationí’ (revelación) o ‘ëappearingí’ (aparición), introduciría el milenio o el reinado de mil años de Cristo en la tierra. La primera fase, la venida de Cristo, es el rapto1 de 1 Tesalonicenses 4:17, un evento que representa la venida de Cristo ‘ëforí’ (por) sus santos en contraste con su posterior regreso (la segunda fase) o la venida ‘ëwithí’ (con) los santos. Aunque este punto de vista ha sido modificado de alguna manera en el Dispensacionalismo más reciente, sigue siendo de lejos el punto de vista más popular entre los dispensacionalistas hasta el día de hoy. Los puntos de vista conocidos como mid-tribulacionismo y post-tribulacionismo, como sugiere la terminología, difieren en cuanto al momento del rapto, pero tienen relativamente pocos defensores.2

    En las notas de la New Scofield Reference Bible, el rapto es visto como un evento que puede ocurrir en cualquier momento.3 No hay eventos en el calendario bíblico para el futuro que deban ocurrir antes de que pueda tener lugar la primera fase del regreso de Cristo. El regreso de Cristo por sus santos será precedido por la resurrección de todos los santos creyentes. Después de la resurrección de los santos fallecidos, todos los creyentes vivos serán transformados inmediatamente. Todos estos santos, resucitados y transformados, serán arrebatados (raptados) con Cristo, cuyo regreso a la tierra sólo será parcial y solo para este propósito, y lo encontrarán en el aire. Por lo tanto, la iglesia de Jesucristo será arrebatada de la tierra y llevada al cielo por un período de siete años, la "fiesta de bodas del Cordero", período durante el cual la gran tribulación caerá sobre la tierra.

    Mientras que la iglesia arrebatada disfruta de este período de la fiesta de la boda, una serie de eventos ocurrirán en la tierra. Comenzará un período de tribulación, la segunda mitad de la cual será un período de "gran tribulación". Esto cumple la profecía de Daniel 9:27. En esta última mitad del período de tribulación, surgirá el Anticristo, la bestia del mar, que impondrá grandes crueldades en la tierra y pretenderá ser divina. Durante este período de gran tribulación, los elegidos de los hijos de Israel y un gran número de gentiles serán salvos. El final de este período de gran tribulación será testigo de un período de oposición intensificada al pueblo de Dios. Los reyes de la tierra, los ejércitos de la bestia y el falso profeta unirán fuerzas contra el pueblo de Dios. Sin embargo, Cristo regresará con sus santos y destruirá a todos sus enemigos en la batalla de Armagedón. Entonces, comenzará el reino milenial, durante el cual Cristo gobernará sobre la tierra.4

     

    I. EL REGRESO DE CRISTO NO ES UN EVENTO DE DOS FASES

    Aunque no hemos incluido en este resumen los muchos detalles y variaciones sobre este punto de vista, estos deberían ser suficientes para nuestro propósito. Deben abordarse dos preguntas clave con respecto al rapto pre-tribulacional. Primero, ¿enseña la Biblia que el regreso de Cristo tendrá lugar en dos fases, separadas por un período intermedio de siete años de duración? Segundo, ¿enseña la Biblia que la primera de estas fases será el rapto imaginado por el dispensacionalismo?

    Hasta cierto punto, ya hemos tratado la primera pregunta al señalar que el regreso de Cristo es un evento consumador al final de la era actual, pero algunos de los argumentos ofrecidos para la idea de un retorno de Cristo en dos fases aún no han sido directamente dirigidos.

    En el período anterior del premilenialismo dispensacional, se sugirió que el Nuevo Testamento usa los tres términos comunes para el regreso de Cristo: parousia (presencia, venida), apokalupsis (revelación) y epiphaneia (aparición), para distinguir las dos fases del regreso de Cristo. Se dijo que el primer término refería a la venida inicial de Cristo, su venida "para" sus santos en el rapto. Se dijo que los términos segundo y tercero se usaban para la venida de Cristo al final del período de siete años de tribulación, su venida "con" sus santos.

    Esta afirmación, sin embargo, no puede resistir el escrutinio. El Nuevo Testamento muestra claramente que parousia y apokalupsis se usan indistintamente, al igual que apokalupsis y epiphaneia, para referirse al único regreso de Cristo al final de los tiempos. Por ejemplo, en 1 Tesalonicenses 4:15, el apóstol Pablo usa el primer término, parusía, para describir el rapto. Pero en 1 Tesalonicenses 3:13, usa el mismo término para describir la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos. Según el Dispensacionalismo, este último evento ocurre solo en la revelación de Cristo, siete años después del rapto. De manera similar, en 2 Tesalonicenses 2:8, el apóstol Pablo usa el término parousia para referirse al evento cuando Cristo destruirá al "hombre de pecado" o anticristo, un evento que en el dispensacionalismo se dice que no ocurre hasta la revelación al final del período de siete años de tribulación. Lo más inquietante para el argumento dispensacionalista es el hecho de que este pasaje usa dos de los tres términos para el regreso de Cristo en estrecha proximidad, como sinónimos, cuando habla de cómo Cristo destruirá al hombre de pecado con el resplandor de su venida.

    Además, tanto los términos apokalupsis como epiphaneiase usan en las epístolas del apóstol Pablo para lo que los dispensacionalistas considerarían como la primera y segunda fase del regreso de Cristo. En 1 Corintios 1:7, apokalupsis se usa para describir lo que se llamaría el rapto, ya que se dice que los creyentes en Corinto están "esperando la revelación de nuestro Señor Jesucristo". Sin embargo, en 2 Tesalonicenses 1:7-8, este término se usa para describir lo que los dispensacionalistas considerarían la "revelación" o "segunda" segunda venida de Cristo. La misma intercambiabilidad es evidente en 1 Timoteo 6:14, donde epiphaneia se usa para describir el rapto, y en 2 Timoteo 4:1, donde se refiere a la venida de Cristo como Juez de los vivos y los muertos.5 En el uso de estos términos, el Nuevo Testamento no ofrece apoyo para la idea de que este retorno ocurrirá en dos fases distintas.

    Al abogar por un retorno en dos fases, los dispensacionalistas, además de apelar al uso de términos, también insisten en que la iglesia no sufrirá la tribulación, incluida la gran tribulación que caracterizará el período de siete años entre la venida de Cristo y su revelación. Sin embargo, esta insistencia no puede sostenerse apelando a las Escrituras del Nuevo Testamento.

    En el Discurso de los Olivos registrado en Mateo 24, Jesús, en respuesta a la pregunta de los discípulos, habla de una gran tribulación que ocurrirá antes de su venida. Esta tribulación será tan severa que se acortará por el bien de los elegidos (versículo 22). La referencia en este pasaje a los elegidos indica que los creyentes no serán raptados antes de la tribulación de aquellos días, sino que lo experimentarán ellos mismos. La enseñanza dispensacionalista sostiene que los elegidos en estos versículos sólo pueden referirse a los judíos y no a la iglesia, señalando que el término "iglesia" no se usa en este capítulo. Este es un argumento del silencio, y se ve considerablemente debilitado por el hecho de que los Evangelios rara vez usan el término ‘ëchurchi’ (iglesia).6 La lectura más evidente de este pasaje es tomarlo como una referencia a la tribulación que le sucede al pueblo de Dios, los elegidos (ya sea judío o gentil), antes del regreso de Cristo al final de los tiempos.

    También es importante observar que en este mismo pasaje que trata sobre el fin de los tiempos, Cristo describe el rapto de una manera que indica que no solo seguirá el período de tribulación sino que también marcará el final de la era. En Mateo 24:31, leemos la siguiente descripción de lo que sucederá después de la tribulación de aquellos días: “Y Él [el Hijo del Hombre] enviará a Sus ángeles con una gran trompeta y reunirán a Sus elegidos de los cuatro vientos, de un extremo al otro del cielo”. Esta descripción es similar al lenguaje usado en 1 Tesalonicenses 4:16-17 para describir los eventos que ocurrirán en el momento del rapto - el descenso del Señor, el sonido de trompeta, la reunión de los elegidos. Es difícil ver por qué estos pasajes deben tomarse como descripciones de diferentes eventos, como en el Dispensacionalismo, que ve la descripción en Mateo 24 como la segunda fase del regreso de Cristo y, por lo tanto, como un evento distinto del rapto. Sin embargo, no es difícil ver por qué el dispensacionalismo se ve obligado a distinguir estos pasajes: si Mateo 24:31 se refería al rapto, entonces ese sería el lugar del rapto después del período de tribulación en lugar de antes.

    El mismo tipo de dificultad confronta al dispensacionalista cuando se trata de la enseñanza de 2 Tesalonicenses 2, con su descripción del hombre de pecado, que vendrá antes del día del Señor. Según el Dispensacionalismo, los eventos de este pasaje ocurrirán durante el período de tribulación, especialmente la gran tribulación, entre el tiempo del rapto y el tiempo de la revelación de Cristo. Sin embargo, esto socavaría el punto de la enseñanza del apóstol Pablo en este pasaje. El objetivo de este pasaje es advertir a los creyentes en Tesalónica que no se dejen engañar para que piensen que la venida del Señor ya ha ocurrido (versículo 2), porque el hombre de pecado y la gran apostasía deben ocurrir primero. Este pasaje, que está escrito principalmente para creyentes cristianos gentiles, y no para creyentes judíos, como los dispensacionalistas comúnmente enseñan,7 habla de una serie de eventos que precederán la venida de Cristo y el día del Señor. Estos eventos incluyen el período de tribulación y el anticristo que el dispensacionalismo coloca después del rapto, pero que en este pasaje ocurrirá antes del rapto o la venida del Señor para otorgar alivio a su pueblo o iglesia.

    Aunque sería posible explorar estos pasajes más a fondo, debería ser evidente que el problema que enfrenta el Dispensacionalismo en este punto es el mismo problema enfrentado en nuestra discusión previa sobre el regreso de Cristo como un evento consumador al final de los tiempos. A menos que el lector de la Biblia traiga a muchos de estos pasajes una doctrina preconcebida de dos fases distintas en el regreso de Cristo, hay pocas posibilidades de que tal enseñanza sea descubierta o probada por ellos. La enseñanza bíblica es que Cristo regresará después del período de tribulación para otorgar alivio a su iglesia y la destrucción eterna de sus enemigos (2 Tes. 1). Estas consecuencias del regreso de Cristo coinciden y, por lo tanto, no permiten la enseñanza de dos fases distintas en el regreso de Cristo.8

     

    II. EL RAPTO DE 1 TESALONICENSES 4: 13-18

    Para completar esta consideración del rapto antes de la tribulación, debemos prestar atención a 1 Tesalonicenses 4:13–18, que es el único pasaje de la Escritura que describe directamente el rapto. Sin embargo, un estudio cuidadoso de este pasaje mostrará que no enseña el rapto pre-tribulacional defendido por el Dispensacionalismo.

    La primera observación que se debe hacer sobre este pasaje es que está dirigido a una pregunta apremiante en la iglesia de Tesalónica. Entre estos creyentes, algunos temían que aquellos santos que previamente habían fallecido previamente en Jesús (durmieron en él) no participaran en el gozo y la bendición que acompaña la venida de Cristo. Por esta razón, el apóstol Pablo comienza este pasaje diciendo:

    Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.  Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. (1 Tes- 4:13-15).

    Estas palabras indican cuán fuertes eran sus temores y cuánto quería el apóstol asegurarles con una respuesta de la Palabra del Señor mismo.

    Después de reconocer su preocupación de que los santos difuntos pudieran quedar fuera de la alegría de la venida de Cristo, el apóstol continúa respondiendo más directamente con un relato del rapto venidero, en el cual los creyentes serán atrapados junto con Cristo en el aire:

    Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras. (1 Tes. 4:16-18)

    ¿Qué significan estas palabras? Según el Dispensacionalismo, enseñan que en la parusía, o la primera venida de Cristo, ocurrirá la primera resurrección, que será la resurrección de todos los santos creyentes, y solo de ellos. Ellos, junto con los santos glorificados que viven en el tiempo de la venida del Señor, serán raptados o arrebatados con el Señor en el aire para regresar con él al cielo de donde él vino. Resucitados y glorificados, estarán con Cristo en el cielo durante el período de siete años de tribulación, al final del cual regresarán con él para reinar sobre la tierra durante el período de mil años del reino en la tierra (el milenio).9

    ¿Pero es esto lo que se enseña en este pasaje? Cuatro observaciones sugieren que esta interpretación es un ejemplo clásico de encontrar algo en un texto que no está allí, pero que ha sido importado y luego extraído de él.

    Primero, cuando en el versículo 16 leemos que los muertos en Cristo resucitarán primero, esto se refiere al hecho de que aquellos santos que han dormido en Jesús serán resucitados antes de que los santos vivos sean arrebatados con ellos y el Señor en su venida. En otras palabras, disfrutarán de un privilegio, siendo levantados primero, no otorgados a aquellos que estén vivos en la venida de Cristo. La enseñanza dispensacionalista de que esta es la primera resurrección, la resurrección de los santos creyentes en el momento del rapto, a diferencia de la segunda resurrección, la resurrección de los incrédulos al final del milenio más de mil años después, no se encuentra en el texto, ni es el punto del uso del apóstol del término ‘ëfirstí’ (primero).

    Segundo, este pasaje habla de todos los creyentes siendo arrebatados juntos para encontrarse con el Señor en el aire. Los dispensacionalistas sostienen que esto se refiere a una reunión en el aire que conduce al regreso de Cristo y de todos los santos con él al cielo de donde vino. Al regresar al cielo, el Señor Jesús y sus santos permanecerán allí durante siete años. Pero nada de esto se afirma en el texto. El texto en realidad habla de ser arrebatados en el aire "en una reunión" entre el Señor y los santos resucitados y los santos restantes que estaban vivos en su venida.10 La palabra usada en este texto para "reunión" generalmente significa una reunión entre un visitante dignatarios y representantes de la ciudad o pueblo que se visita. Tal reunión ocurriría fuera de la ciudad o pueblo, y el visitante y la fiesta de bienvenida regresarían a la ciudad.11 Esta palabra se usa dos veces en otra parte del Nuevo Testamento (Hechos 28:15, Mateo 25:6), en ambos casos que se refieren a una reunión que tiene lugar antes de que las partes regresen al lugar visitado. El significado y el uso de este término sugieren que en el caso del rapto, los santos que se encuentran con el Señor en el aire regresarán con él, no al cielo, sino a la tierra a la que él llega en su parusía.

    Tercero, se dice que el resultado de este rapto, o de arrebatado con el Señor en el aire, es la bendición de estar siempre con el Señor. Este lenguaje se adapta mejor a las circunstancias del estado final en el que los creyentes, ahora resucitados y glorificados, habitarán para siempre en la comunión más íntima e ininterrumpida con el Señor Jesucristo. Estar siempre con el Señor no se limita a un período de siete años en el cielo o incluso mil años en la tierra. Más bien, la lectura más simple de este pasaje es tomarlo como una descripción del estado final.

    Y cuarto, varias características de la descripción de este rapto no encajan bien con la posición dispensacionalista. La venida del Señor, como se describe en estos versículos, es un evento público visible, que se señala por el descenso de Cristo del cielo "con voz de mando, con la voz del arcángel y con la trompeta de Dios". Sin embargo, en el Dispensacionalismo, se dice que el primer regreso de Cristo es un rapto secreto, en el cual los creyentes serán arrebatados de repente sin previo aviso. Esta enseñanza se basa en parte en una apelación a Mateo 24:40-41 que se considera una descripción paralela del rapto, aunque ya hemos notado que ese pasaje no enseña un rapto pre-tribulacional. Sino que la descripción en 1 Tesalonicenses 4:16-18 responde a las descripciones de la revelación de Cristo desde el cielo al final de la era en otros pasajes (cf. 1 Cor. 15:23-24, 2 Tes. 2:8). Estos pasajes hablan del regreso de Cristo como un evento público que cerrará el período actual de la historia.

    Por lo tanto, la enseñanza de un rapto pretribulacional tal como se entiende en el marco del Dispensacionalismo no se basa en la enseñanza de ningún pasaje bíblico. Tampoco es una enseñanza que pueda resistir un escrutinio cuidadoso, particularmente cuando se compara con la enseñanza general de las Escrituras con respecto al regreso de Cristo al final de la era. La Biblia no enseña que los creyentes estarán exentos de la tribulación presente o futura al final de la era actual, ni que el rapto será el evento descrito por el Dispensacionalismo. El único pasaje que habla del evento comúnmente conocido como el rapto apenas apoya la opinión que goza de tanta popularidad entre los dispensacionalistas.

    ___________________________________________________________________________________________________

    Notas.

    1. El término ëraptureí viene de la traducción de la Vulgata en latín de rapiemur (raptus), para representar la expresión ëcaught upí.
    2. Vea Millard J. Erickson, Basic Eschatology (Grand Rapids: Baker, 1998), pp. 125-181.
    3. The New Scofield Reference Bible, notas sobre Lucas 21:27, 2 Tesalonicenses 2:3, Tito 2:11, Apocalipsis 19:19. Vea Lewis Sperry Chafer, Systematic Theology (Dallas: Dallas Seminary Press, 1948), 4: pp. 367-8; y J. Dwight Pentecost, Things to Come (Findlay, Ohio: Dunham, 1958), pp. 202-4.
    4. The New Scofield Reference Bible, Notas sobre Daniel 9:24, Apocalipsis 7:14, 11:2, 19:19.
    5. Algunos dispensacionalistas también sostienen que se debe establecer una distinción clara entre la parousia y el Día del Señor, es decir, la revelación de Cristo después del período de siete años de tribulación. Para una expresión moderada de esta distinción, vea the New Scofield Reference Bible, Notas sobre 2 Pedro 3:10 y Apocalipsis 19:19. Sin embargo, en 2 Tesalonicenses 2:1, 2, estas expresiones se usan para describir el mismo evento. (…) Os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Para una evaluación más completa de la enseñanza del dispensacionalismo de dos fases del regreso de cristo, vea George E. Ladd, The Blessed Hope (Grand Rapids: Eerdmans, 1956); y Robert H. Gundry, The Church and the Tribulation (Grand Rapids: Zondervan, 1973).
    6. En los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, la palabra 'iglesia' se usa solo en tres lugares (una vez en Mateo 16:18, dos veces en 18:17). También debe notarse que la referencia inmediata de estos versículos en Mateo 24 es la tribulación experimentada en el momento de la destrucción del templo en Jerusalén en el año 70 DC. Aunque anteriormente he argumentado que la referencia secundaria y más distante de estos versículos es a un período de tribulación que precede al regreso de Cristo al final de la era (de la cual esta tribulación anterior es un antitipo), la referencia obvia a la destrucción de Jerusalén en estos versículos milita fuertemente contra la visión dispensacionalista.
    7. New Scofield Reference Bible, nota sobre 2 Tesalonicenses 2:3.
    8. Es instructivo observar que dos pasajes en el libro de Apocalipsis (2:22 y 7: 9-17) se refieren a la "gran tribulación" en referencia a circunstancias que, desde el punto de vista del presente, están en el pasado. Estos pasajes ilustran cómo la restricción dispensacionalista de la tribulación, especialmente la gran tribulación, al período de siete años entre la primera y la segunda fase del regreso de Cristo, no se ajusta al patrón bíblico de enseñanza sobre el futuro.
    9. New Scofield Reference Bible, notas sobre 1 Tesalonicenses 4:17 y Apocalipsis 19:19.
    10. Las palabras expresadas en mayores traducciones, ëto meetí, generalmente traducen 2 palabras griegas, eis apanteesin, literalmente, en reunión.
    11. Vea E. Peterson, apanteesis, Theological Dictionary of the New Testament, ed. Gerhard Kittel, trans. Geoffrey W. Bromiley (Grand Rapids: Eerdmans, 1964), I: pp. 380-81.

     

    Disponible en: http://www.the-highway.com/premil2_Venema.html?fbclid=IwAR0J2s6ebev1Tpu5IJK_OYEYLdXLgPNUFdpugmLMfjTUoARo7noNGk9Zh8E

     

    Añadido a este sitio: 13 de julio, 2020

     

  • Evaluando el Premilenialismo - Parte 3

    EVALUANDO EL PREMILENIALISMO:

    Por: Cornelis P. Venema

    En: The Promise of the Future

    Traducido al español por: Carlos J. Alarcón Q.

     

    PARTE III: ISRAEL Y LA IGLESIA

    Hemos observado con frecuencia que uno de los aspectos principales del Premilenialismo Dispensacional es la separación estricta entre el pueblo terrenal de Dios, Israel, y su pueblo celestial, la iglesia. Incluso podría argumentarse que esta separación entre Israel y la iglesia es el principio fundamental del clásico, a diferencia del dispensacionalismo "progresivo". De esta separación de un pueblo terrenal y espiritual se deriva otra característica básica del Dispensacionalismo, que consideraremos en una sección posterior de este capítulo: su insistencia en una lectura literal de la Biblia. Esto en realidad se deriva de la insistencia del dispensacionalismo clásico de que las promesas del Señor a su pueblo terrenal, Israel, deben interpretarse de una manera estrictamente literal en lugar de una forma figurativa o espiritual. Además, entre las siete dispensaciones distintas, las más importantes desde el punto de vista del futuro son aquellas que reflejan esta separación entre Israel y la iglesia. Las primeras dispensaciones de la conciencia humana y el gobierno, por ejemplo, solo tienen un interés pasajero en el esquema general del dispensacionalismo.

     

    1. LA DISTINCIÓN ENTRE ISRAEL Y LA IGLESIA

    Antes de someter la distinción dispensacional entre Israel y la iglesia a una evaluación bíblica, es necesario un breve resumen de las características básicas de esta separación. Las siguientes notas de la Scofield Reference Bible original articulan claramente estas características:

    (1) "Haré de ti una gran nación". Cumplida de tres maneras: (a) En una posteridad natural - "como el polvo de la tierra" (Gén. 13:16, Juan 8:37), a saber, el pueblo hebreo. (b) En una posteridad espiritual - ‘mira ahora hacia el cielo… así será tu descendencia (Juan 8:39, Rom. 4:16, 17; 9:7, 8, Gál. 3:6, 7, 29), a saber, todos los hombres de fe sean judíos o gentiles. (c) Cumplido también a través de Ismael (Génesis 17,18—20) [sic] .1

    El cristiano es de la simiente celestial de Abraham (Gén. 15:5, 6, Gál. 3:29), y participa de las bendiciones espirituales del Pacto Abrahámico (Génesis 15:18, nota); pero Israel como nación siempre tiene su propio lugar, y aún debe tener su mayor exaltación como el pueblo terrenal de Dios.2

    Como indican estas notas, el Dispensacionalismo clásico considera que los propósitos de Dios en la historia son dobles, correspondientes a estos dos pueblos distintos, uno terrenal y otro celestial. Los tratos dispensacionales de Dios con estos dos pueblos tienen dos objetivos muy distintos a la vista: la salvación de un pueblo terrenal que se consuma en un reino eterno sobre la tierra nueva, y la salvación de un pueblo celestial que se consuma en un reino eterno en los nuevos Cielos. Así, como Dios tiene dos pueblos y dos programas de salvación distintos en la historia, también tiene en mente dos destinos eternos bastante distintos. La línea de separación que mantiene a Israel y a la iglesia separados en la historia continuará en el estado final en el que la naturaleza terrenal y celestial de estos pueblos corresponderá a las bendiciones de salvación que son distintivamente terrenales y celestiales.

    Esta separación entre Israel y la iglesia corresponde al énfasis del dispensacionalismo en una comprensión literal de las profecías del Antiguo Testamento, por un lado, y el contraste entre la 'era de la iglesia' actual y la 'era del reino' o el milenio en el futuro, por el otro. Las profecías del Antiguo Testamento, en la medida en que están dirigidas al pueblo terrenal de Dios, Israel, deben entenderse en su sentido literal o terrenal. Una promesa de posesión de la tierra, por ejemplo, debe significar la tierra terrenal de Canaán. Una promesa de un templo restaurado debe referirse al templo en Jerusalén.

    La era actual de la iglesia, porque representa los tratos de Dios con su pueblo celestial, también debe considerarse como un período de "paréntesis" de la historia, un período entre los tratos anteriores de Dios y sus tratos que pronto se reanudarán con Israel en la edad milenaria por venir. Durante la era actual de los tratos de Dios con la iglesia, sus tratos con Israel se han suspendido temporalmente, pero cuando llegue el momento del cumplimiento (precedido por el rapto), las promesas proféticas se cumplirán. Debido a que estos fueron dirigidos a Israel, permanecen en silencio en su mayor parte respetando los tratos de Dios con la iglesia, tratos compuestos por el misterio que Dios había mantenido oculto hasta la era del evangelio.

    Aunque esto representa solo un breve esbozo de la clásica separación dispensacionalista entre Israel y la iglesia, servirá de fondo para nuestra consideración de la pregunta: ¿Quién, según las enseñanzas de la Biblia, es el "Israel de Dios"? ¿Realmente dibuja la Biblia esta línea de separación entre estos dos pueblos de Dios, Israel y la iglesia? Para responder a esta pregunta, tendremos que considerar varias características de la enseñanza de la Biblia sobre el Israel de Dios.

     

    II LA IGLESIA NO ES PARÉNTESIS

    La comprensión bíblica de la iglesia, sin embargo, no puede cuadrarse con esta comprensión de ella como paréntesis. En el Nuevo Testamento, se entiende comúnmente que la iglesia está en continuidad directa con el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento; Las imágenes usadas en el Antiguo Testamento para describir al pueblo del Señor se usan en el Nuevo Testamento para describir la iglesia. La palabra del Nuevo Testamento para la iglesia, ekklesia, es el equivalente de la palabra común del Antiguo Testamento, qahal, que significa 'asamblea' o 'reunión' del pueblo de Israel.3 La iglesia del Nuevo Testamento también se llama el 'templo' de Dios (1 Cor. 3:16-17; Ef. 2:21-22), evocando las imágenes y el simbolismo del Antiguo Testamento, en el que el templo era considerado el lugar especial de la morada del Señor en medio de su pueblo. Así como el templo era el lugar donde se proporcionaba y se experimentaba la comunión entre el Señor y su pueblo (a través de los ritos y ordenanzas de sacrificio), la iglesia es el lugar de la morada del Señor por su Espíritu Santo. En consecuencia, la iglesia también puede identificarse con Jerusalén, la ciudad de Dios, que está arriba y que comprende creyentes de todas las tribus, lenguas y naciones. En Hebreos 12:22-23, esto se declara expresamente: ‘sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos.

    En lugar de considerarse como una interrupción en los tratos de Dios con su pueblo, Israel, la iglesia del nuevo pacto se considera como el cumplimiento de las promesas del Señor al pueblo de Dios del antiguo pacto. La gran promesa del pacto hecha a Abraham fue que en su simiente todas las familias y los pueblos serían bendecidos (Gén. 12:3; 22:18). A lo largo del Antiguo Testamento, los tratos del Señor con Israel nunca están aislados de sus promesas de redención para todas las naciones y pueblos de la tierra. Este tema de la salvación de las naciones está entretejido en todo el tejido del Antiguo Testamento, no solo en las disposiciones de la ley para la inclusión en la comunidad de Israel de extraños y extranjeros4, sino también en el lenguaje explícito del Salterio, el cancionero de la adoración de Israel, y en los profetas.

    Los Salmos contienen referencias en todo el propósito del Señor de reunir a las naciones en la comunión de su pueblo. El Salmo 2 incluye un registro del voto del Señor de otorgar las naciones a su amado Hijo. El Salmo 22 habla de cómo ‘todos los confines de la tierra recordarán y se volverán al Señor, y todas las familias de las naciones adorarán ante Ti (versículo 27). El Salmo 67 llama a todas las naciones a unirse a Israel para cantar las alabanzas de Dios. Estas no son notas aisladas; hacen eco y se repiten en los Salmos. Además, en los profetas, muchas promesas hablan del día en que las naciones gentiles se unirán al pueblo de Israel en el servicio y alabanza del Señor (por ejemplo, Isa. 45:22; 49:6, Mal. 1:1)

    La comprensión más simple del pueblo del Señor en el Antiguo y Nuevo Testamento reconoce que la iglesia es su pueblo del nuevo pacto, en comunión directa con Israel, su pueblo del antiguo pacto. Aunque la salvación puede ser históricamente para los judíos primero y, en segundo lugar, también para los gentiles (Rom. 1:16), el Señor está reuniendo para sí mismo en la historia solo un pueblo, que comprende judíos y gentiles por igual. Sin embargo, para que esto no parezca una conclusión prematura basada en una consideración inadecuada del material bíblico, pasamos ahora a otras consideraciones bíblicas.

     

    III. EL REINO NO ES POSPUESTO

    Estrechamente relacionado con la idea de que la iglesia es un paréntesis en la historia está la afirmación dispensacionalista de que los tratos de Dios con Israel se han pospuesto durante el tiempo presente. Se enseña que debido a que los judíos no lo recibieron como su Mesías y Rey prometidos, Jesús aplazó el establecimiento del reino, la manifestación terrenal de la salvación de Dios para los judíos, hasta después de la dispensación del evangelio a los gentiles. Esta idea del aplazamiento del reino tiene varios problemas.

    Primero, sugiere que la iglesia es una idea de último momento en el plan y los propósitos de Dios. Esta visión de la historia parece enseñar que Cristo estaba frustrado en su propósito original para el establecimiento del reino davídico para Israel y estaba obligado a ajustar el programa divino de redención en consecuencia. Sin embargo, tal sugerencia no es consistente ni con la presentación bíblica de la soberanía de Dios sobre la historia ni con la visión bíblica de la iglesia.

    La Gran Comisión de Cristo a sus discípulos (Mateo 28:16-20), cumple su declaración anterior con respecto a la iglesia que él construirá, contra la cual las puertas del Hades no prevalecerán (Mateo 16:18-19). Lejos de ser una idea de último momento o un proyecto provisional, la iglesia en estos pasajes se describe como el logro central y el interés del Señor Jesucristo en la historia. De hecho, esta iglesia que se está reuniendo de todas las naciones puede entenderse solo como un cumplimiento de las promesas que Dios hizo al Hijo de David, a quien las naciones serían entregadas como su herencia legítima (ver Sal. 2:8). En consecuencia, cuando el apóstol Pablo describe la iglesia de Jesucristo, puede hablar de ella como "la plenitud de aquel que lo llena todo" (Ef. 1:22-23), a través de la cual se está haciendo los múltiples propósitos sabios de Dios hechos conocidos "de acuerdo con el propósito eterno que llevó a cabo en Cristo Jesús nuestro Señor" (Ef. 3:8-11). Ninguna de estas descripciones de la iglesia sugiere que sea algo menos que el enfoque central y el instrumento a través del cual se realiza el propósito final de la redención de Dios en la historia.

    En segundo lugar, la idea dispensacionalista de un aplazamiento del reino se basa en una lectura errónea de los relatos evangélicos de la predicación del reino por parte de Cristo. Aunque es cierto que muchos de los judíos en los días de Jesús lo rechazaron como el Mesías, no debe olvidarse que Jesús mismo nació del pueblo judío, y él es un miembro, de hecho, el miembro más importante de la iglesia! - y que muchos de los judíos le respondieron con fe y arrepentimiento, aunque su proclamación de la naturaleza de este reino no siempre coincidía con las expectativas de muchas personas.

    No debe pasarse por alto, por ejemplo, que los doce discípulos, el núcleo de la iglesia del Nuevo Testamento, eran todos del pueblo judío. En el relato en Hechos del crecimiento de la iglesia primitiva, el patrón de "primero para el judío y luego para el gentil" está claramente en evidencia. Aunque algunos miembros de la comunidad judía cristiana se resistieron a la inclusión de los creyentes gentiles, está claro que la obra de Cristo a través de sus apóstoles se dirigió a la salvación de judíos y gentiles por igual. Cristo y sus apóstoles predicaron el evangelio del reino (por ejemplo, Hechos 20:28), un reino que Cristo proclamó estaba 'entre ellos' (Mateo 12:28) y que se construiría a través de la predicación del evangelio (Mateo 16:19). La idea de que Cristo ofreció el reino a los judíos, solo para que lo rechacen, se contradice con estas realidades y el propio testimonio de Cristo de que habían entendido mal su reino (véase Juan 18:36). Si Cristo hubiera ofrecido el reino a los judíos, solo para que lo rechazaran, uno esperaría que esto se incluyera entre los cargos presentados contra él en su juicio. Sin embargo, los relatos del Evangelio no mencionan ninguno de los cargos presentados contra él, a saber, que él había ofrecido establecer el reino entre ellos solo para que esta oferta fuera rechazada.

    Tercero, la idea de un aplazamiento del reino implica que el sufrimiento y la crucifixión de Cristo podrían haberse retrasado, incluso volverse innecesarios, si los judíos de su época lo hubieran recibido como su rey terrenal. Esto significa que la enseñanza de Cristo, que primero debe sufrir y solo luego entrar en su gloria, habría sido invalidada (Lucas 24:26). También significa que el testimonio uniforme de los Evangelios y las epístolas del Nuevo Testamento, que Cristo vino para ser obediente a la voluntad de su Padre, incluida su muerte en la cruz, se vería comprometido. Aunque los dispensacionalistas podrían intentar argumentar que la muerte de Cristo habría sido necesaria, incluso si su oferta del reino hubiera sido aceptada por sus compatriotas, parece difícil imaginar cómo podría haber ocurrido. Seguramente el establecimiento de su reino terrenal habría mitigado cualquier necesidad de soportar el sufrimiento y la muerte en nombre de su pueblo.5

    La mera sugerencia de que la muerte de Cristo fue el resultado de la incredulidad del pueblo judío contradice una variedad de enseñanzas del Nuevo Testamento. En los relatos del Evangelio sobre el sufrimiento y la muerte de Cristo, los evangelistas con frecuencia notan que todo esto ocurrió para cumplir lo que está escrito en las Escrituras (por ejemplo, Mateo 16:23; 26:24, 45, 56). Después de su resurrección de la muerte, Cristo se vio obligado a reprender a los hombres en el camino a Emaús porque no creían en "todos los profetas habían hablado". No entendieron que "era necesario que el Cristo sufriera estas cosas y entrara en su gloria" (Lucas 24: 25-26). El Evangelio de Juan a menudo testifica que Jesucristo, la Palabra hecha carne, vino al mundo con el expreso propósito de hacer la voluntad de su Padre, es decir, ser el 'Cordero de Dios que quita el pecado del mundo' (cf. 1:29; 2:4; 6:38; 7:6; 10:10-18; 12:27; 13:1-3; 17).

    El mismo énfasis en la muerte de Cristo como el propósito de su venida se encuentra en el libro de los Hechos y las epístolas del Nuevo Testamento. En su sermón en Pentecostés, el apóstol Pedro señala que Jesús fue "entregado por el plan predeterminado y el conocimiento previo de Dios" (Hechos 2:23). Cuando el apóstol Pablo resume su evangelio, habla de cómo Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras... y que fue resucitado al tercer día según las Escrituras". El escritor de Hebreos describe en detalle la manera en que la venida de Cristo, el sacerdocio y el sacrificio son el cumplimiento de los tipos y sombras del antiguo pacto. Cristo vino, escribe, para "convertirse en un sacerdote misericordioso y fiel en las cosas que pertenecen a Dios, para propiciar los pecados del pueblo" (2:17). En un pasaje sorprendente, este escritor también habla de Dios resucitando a Jesús de la muerte "por la sangre del pacto eterno" (13:20). Nada de esto es compatible con la opinión de que la muerte de Cristo fue ocasionada principalmente por la negativa del pueblo judío a reconocerlo como su rey terrenal.

    Y cuarto, la idea de que el reino ha sido pospuesto no corresponde a la insistencia del Nuevo Testamento de que Cristo ahora es rey y Señor sobre todos. En los relatos del Nuevo Testamento sobre la muerte, resurrección y ascensión de Jesús, es evidente que Cristo ha sido instalado como Rey a la diestra del Padre.6 Ejerce como Mediador una regla sobre todas las cosas por el bien de la iglesia. Este gobierno real de Cristo, además, cumple las promesas hechas a su padre, David, con respecto a su herencia de las naciones. En el anuncio del ángel Gabriel del nacimiento de Cristo, se declaró que "el Señor Dios le dará a él [el hijo que le nazca a María] el trono de su padre David" (Lucas 1:32).

    Cuando Cristo ordenó que los discípulos fueran e hicieran discípulos de todas las naciones, declaró: "toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra" (Mateo 28:18). Pedro, en su sermón en Pentecostés, afirmó que con la resurrección de Jesús de entre los muertos, "todo Israel" debía reconocer que "Dios lo hizo Señor y Cristo" (Hechos 2:33-36). Cristo es el Rey davídico a quien las naciones serán entregadas como su herencia legítima (ver Hechos 4: 24-26). O, como el apóstol Pablo describe al Señor, ha sido "declarado Hijo de Dios con poder por la resurrección de los muertos" (Rom. 1:4). A Cristo ahora se le ha dado todo gobierno, autoridad, poder y dominio (Ef. 1: 20-23; cf. Fil. 2:9-11). Por lo tanto, debe "reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies" (1 Cor. 15:25).

    A la luz de estos y otros pasajes que describen la realeza actual de Jesucristo, el Hijo de David, parece incorrecto distinguir claramente entre la era actual de la iglesia y la era futura del reino. Aunque la forma actual y la administración del reino de Cristo pueden no ser terrenales o físicas en el sentido dispensacionalista de estos términos, no hay escapatoria a la enseñanza bíblica de que Cristo ahora reina sobre la tierra a través de su Espíritu y Palabra y manifiesta su gobierno real principalmente a través de la reunión de su iglesia de todas las tribus y pueblos de la tierra. Se daña gravemente la concepción bíblica del reinado de Cristo cuando el dispensacionalismo lo relega a algún período futuro durante el cual los tratos de Dios se dirigen estrechamente al pueblo terrenal de Dios, Israel.

     

    1. EL PROPÓSITO DE DIOS DE LA SALVACIÓN PARA SU GENTE

    La razón básica por la cual el dispensacionalismo habla erróneamente de la iglesia como un paréntesis en la historia y del aplazamiento del reino, es que no puede ver que Dios tiene un propósito de salvación para su pueblo en los antiguos y nuevos pactos. Contrariamente a la visión dispensacionalista, el Israel de Dios del antiguo pacto es un pueblo en continuidad directa con el pueblo de Dios, la iglesia de Jesucristo, del nuevo pacto. Israel y la iglesia son diferentes maneras de referirse al único pueblo de Dios. Para decirlo de la manera más directa posible: Israel es la iglesia, y la iglesia es Israel. Esto puede ilustrarse de varias maneras en el Nuevo Testamento.

    En 1 Pedro 2:9-10, el apóstol da una declaración resumida sobre la iglesia del Nuevo Testamento. Al escribir a los dispersos creyentes e iglesias en toda Asia Menor, Pedro define la iglesia del nuevo pacto en términos extraídos de las descripciones del antiguo pacto del pueblo de Israel:

    Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.7

    Lo que es tan notable de esta descripción de la iglesia es que identifica a la iglesia con la terminología exacta usada en el Antiguo Testamento para describir al pueblo de Israel con quien el Señor hizo pacto. La mejor lectura de este lenguaje lo toma literalmente en el sentido de que la iglesia del nuevo pacto es completamente una con la iglesia del antiguo pacto. El Señor no tiene dos pueblos peculiares, dos naciones santas, dos sacerdotes reales, dos razas elegidas: él solo tiene una, la iglesia de Jesucristo.

    Del mismo modo, en Romanos 9:11, el apóstol Pablo revela los propósitos de Dios de la redención en la salvación de los gentiles y, posteriormente, de todo Israel (Rom. 11:25) de una manera que deja inequívocamente claro que el pueblo de Dios es uno, no dos.8 Los dispensacionalistas argumentan que la salvación de todo Israel mencionado en Romanos 11:25 se refiere a la futura conversión nacional de Israel y su restauración a la tierra de Palestina. Esta salvación ocurrirá en el contexto de los tratos reanudados de Dios con su pueblo terrenal, Israel.9 El gran problema con esta lectura del argumento del apóstol Pablo en Romanos 9:11 es que el argumento depende de la interrelación más íntima entre Israel elegido y el elegir gentiles en los propósitos de redención de Dios.

    El objetivo principal del argumento en estos capítulos es que la incredulidad de muchos de los israelitas ha sido en el propósito de Dios la ocasión para la conversión de la "plenitud de los gentiles". Esta conversión de la plenitud de los gentiles, sin embargo, a su vez, bajo la bendición de Dios, provocará a Israel a los celos y conducirá a la salvación de "todo Israel". No se hace mención con respecto a la restauración de la nación de Israel como una entidad racial en la tierra de Palestina. Tampoco se dice nada sobre el establecimiento de una forma terrenal del reino davídico. Por el contrario, la salvación de todo el pueblo de Dios, tanto judíos como gentiles, se describe en términos de su pertenencia al único olivo, la iglesia de Jesucristo. Todos los que se salvan se salvan por la fe en Jesucristo y se incorporan a la comunidad de su iglesia. Este pasaje milita en los términos más fuertes posibles contra la idea de la existencia de dos olivos o dos propósitos separados de salvación, uno presente para los gentiles, uno futuro para los judíos.

    Por lo tanto, en el relato del crecimiento de la iglesia en el libro de los Hechos, los primeros miembros de la iglesia fueron elegidos predominantemente, aunque de ninguna manera exclusivamente, del pueblo judío. De hecho, la incorporación de los creyentes gentiles en la comunidad de la iglesia fue inicialmente resistida considerablemente. Es especialmente sorprendente, entonces, leer el relato de la predicación del apóstol Pablo en la sinagoga (¡tenga en cuenta!) En Antioquía. En su predicación, el apóstol Pablo anuncia que las "bendiciones santas y seguras de David" se están cumpliendo mediante la proclamación del evangelio del perdón de los pecados en Jesucristo. En este sermón, el apóstol declara que Jesús es el Rey y Salvador Davídico prometido a través del cual las bendiciones prometidas a los padres ahora se están realizando en la comunidad de los que creen. No se puede imaginar una identificación más clara de los propósitos de Dios con Israel a través de David y su Hijo, y sus propósitos con la iglesia a través de Jesucristo. Las palabras de este sermón hablan por sí mismas:

    Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy. Y en cuanto a que le levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, lo dijo así: Os daré las misericordias fieles de David. (Hechos 13:32-34)10

     

    En estos aspectos, así como en los mencionados anteriormente, es evidente que el propósito de Dios de la redención en la historia es reunir a un pueblo, todos los cuales son descendientes espirituales de Abraham (Gálatas 3:28-29), el padre de Todos los creyentes. El Señor tiene solo un pueblo, no dos. De hecho, es su propósito unir a este pueblo en la unidad más perfecta (Ef. 2:14), no dejarlos separados para siempre en Israel y en la iglesia.

     

    1. ¿QUIÉN PERTENECE AL "ISRAEL DE DIOS" (GAL. 6:16)?

    Además de la fuerza acumulada de los puntos anteriores contra la visión dispensacionalista de una separación entre Israel y la iglesia, un texto por sí solo refuta suficientemente esta posición: es Gálatas 6:15-16. Concluiremos esta parte de nuestra evaluación del dispensacionalismo con una consideración de este texto.

    Estos versículos llegan al final de la Epístola a los Gálatas, y se basan en muchos de los énfasis expuestos anteriormente. El apóstol Pablo hace esta declaración solemne y radical: ‘Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios.’ En Gálatas, está claro que el Apóstol Pablo está rechazando enfáticamente la idea de que lo que recomiende a cualquiera es la obediencia a la ley, particularmente la ley que prescribe la circuncisión como una señal del pacto. Se opone al falso evangelio de los judaizantes que enseñaban que para que una persona fuera aceptable ante Dios, se justificara o fuera inocente ante él, tenían que someterse a los requisitos de la ley, específicamente las estipulaciones relativas a la circuncisión. Contra este falso evangelio, el apóstol coloca el evangelio de salvación por gracia mediante la fe en Jesucristo, un evangelio que es igualmente válido para judíos y gentiles por igual. Él resume su argumento con la formulación, "ni la circuncisión es nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación".

    Sin embargo, habiendo declarado este principio rector, el apóstol Pablo continúa pronunciando una bendición sobre "a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios". El lenguaje utilizado en esta bendición es sorprendente. La bendición de Dios descansa sobre aquellos y solo aquellos que siguen esta regla específica o canon.11Por el contrario, aquellos que no la siguen o no la reconocen pueden no esperar recibir la paz y la misericordia de Dios.

    Pero lo que es aún más sorprendente, para nuestro propósito, es la identificación del apóstol de la iglesia, que comprende judíos y gentiles por igual, como el Israel de Dios. El Israel de Dios en este texto se refiere a la iglesia ya que honra esta regla o canon, sin hacer distinción, en lo que respecta a la justificación ante Dios, sobre la base de la circuncisión o la incircuncisión. El apóstol Pablo aquí establece una regla para todo el pueblo de Dios, la iglesia compuesta por judíos y gentiles, que parece estar en conflicto con cualquier separación entre Israel como pueblo terrenal y la iglesia como pueblo celestial. Tal separación hace del asunto de la circuncisión y la incircuncisión un principio fundamental de distinción entre los que son de Israel y los que no lo son.

    Ahora, es posible argumentar que cuando el apóstol habla en este texto de 'paz y misericordia sobre ellos y sobre el Israel de Dios', en realidad está distinguiendo a la iglesia gentil ('ellos') de la comunidad judía creyente ('El Israel de Dios'). De hecho, esto ha sido propuesto por autores dispensacionalistas.12 Sin embargo, el problema con esta sugerencia debería ser claro: excluye a los judíos creyentes de "todos los que seguirán esta regla", una exclusión que sería contradictoria y contraproducente. Si la palabra 'y' tuvieran este sentido de 'y también', como sostienen los dispensacionalistas, el apóstol Pablo estaría pronunciando una bendición no solo sobre aquellos que siguen esta regla, sino también sobre otros, judíos creyentes, que pueden no seguir eso. Por lo tanto, el apóstol estaría negando la misma regla o canon que había afirmado anteriormente. Los judíos creyentes estarían exentos de esta regla, lo que la haría nula e inválida como regla para la fe y la práctica entre todo el pueblo de Dios. Quizás por esta razón, la Nueva Versión Internacional traduce estos versículos de la siguiente manera: ‘Ni la circuncisión ni la incircuncisión significan nada; lo que cuenta es una nueva creación. Paz y misericordia para todos los que siguen esta regla, incluso para el Israel de Dios." Aquí la NVI sigue una larga tradición de intérpretes, incluido Calvino, que entiende el conector "y", como equivalente a "incluso" o "que es'13

    El sentido de este texto es que el apóstol extiende la paz y la misericordia a aquellos que siguen esta regla de que en la iglesia de Jesucristo la circuncisión y la incircuncisión no cuentan para nada en lo que respecta a nuestra posición con Dios. Él pronuncia esta bendición "a todos los que siguen esta regla, incluso al Israel de Dios". Por lo tanto, responde a la pregunta: ¿quién pertenece al "Israel de Dios"? - al declarar enfáticamente que el Israel de Dios comprende a todos los creyentes, judíos y gentiles, que se suscriben y viven según el principio de que lo único que cuenta ante Dios es una nueva creación.

    En resumen, no se puede decir más enfáticamente que en la iglesia ya no se permiten distinciones ilegítimas entre judíos y gentiles, circuncidados o incircuncisos. Esto no debería sorprendernos, viniendo como lo hace del mismo apóstol que le recordó a la iglesia en Éfeso que Cristo "Él mismo es nuestra paz, quien hizo a ambos [judíos y gentiles] uno, y derribó la barrera del muro divisorio" (Ef. 2:14). Según el estándar de esta enseñanza y regla apostólica, el dispensacionalismo parece estar en grave error en su distinción entre Israel y la iglesia.

     

     

    Notas:

    1. New Scofield Reference Bible(1909), nota sobre Génesis 15:18.
    2. Ibid., nota sobre Romanos 11:1. La Nueva Biblia de Referencia de Scofield conserva la segunda de estas notas, pero revisa la primera. Sin embargo, la versión revisada no altera fundamentalmente la insistencia dispensacionalista básica de que estos dos pueblos deben mantenerse distintos.
    1. La Septuaginta (LXX) La interpretación de este término hebreo para la "asamblea" de Israel es comúnmente la palabra ekklesia (Éx. 12:6, Num. 14:5, Deut. 5:22, Jos. 8:35).
    2. Quizás este es el lugar para notar cómo Mateo, al escribir su genealogía de Jesucristo, parece haber incluido deliberadamente nombres de gentiles cuya incorporación a la familia de David (y de Dios) sirve como un recordatorio de que el propósito salvador de Dios nunca se fijó exclusivamente sobre Israel como una entidad racial o nacional (Mat. 1:1-17).
    3. Para la defensa de un dispensacionalista contra esta carga, ver Dispensationalism Today,de Charles Ryrie (Chicago: Moody, 1965), pp. 161-8. Ryrie apela a las declaraciones de autores dispensacionales que afirman la necesidad de la crucifixión de Cristo para la salvación de judíos y gentiles por igual. También señala que el lenguaje del aplazamiento da crédito a esta crítica del dispensacionalismo. Sin embargo, no proporciona una explicación adecuada de cómo se puede explicar la necesidad de la cruz en los supuestos dispensacionalistas sobre la distinción radical entre Israel y la iglesia, o entre el reino y la era de la iglesia.
    4. Vea la New Scofield Reference Bible, notas sobre 2 Samuel 7:16 y Apocalipsis 3:21, para una representación de la negación dispensacionalista de que Cristo está actualmente sentado en el trono de su padre, David.
    5. Solo en estos dos versículos, el apóstol se refiere explícitamente a los siguientes pasajes del Antiguo Testamento: Isaías 43:21, Éxodo 19:6, Oseas 1:10; 2:23.
    6. Para un tratamiento más completo de este pasaje, vea mi discusión anterior en el Capítulo 5. (del libro The Promise of the Future).
    7. Vea la New Scofield Reference Bible, notas sobre Romanos 11:1 y 11:26.
    8. Es interesante notar cómo nuestro Señor expresa claramente la unicidad del pueblo de Dios en su respuesta a la pregunta que se le hace: "¿Hay algunos que se están salvando?" (Lucas 13:23) Jesús concluye con la declaración confiada de que "vendrán del este y del oeste, y del norte y del sur, y se reclinarán en la mesa en el reino de Dios". Esta descripción del crecimiento del reino utiliza las imágenes de un salón de banquetes y una mesa, en la que se reúne una gran multitud, de judíos ('Abraham e Isaac y Jacob y todos los profetas en el reino de Dios', v. 28) y Gentil ('del este y del oeste, y del norte y del sur'), todos los cuales se reclinan en la misma mesa en el mismo reino.
    9. La palabra utilizada aquí para "regla" es la palabra griega, kanon o "canon". Tiene el sentido de una regla o principio vinculante y absolutamente autoritario de fe y práctica.
    10. Por ejemplo, vea The Millennial Kingdomde John F Walvoord (Findlay, Ohio: Dunham, 1958), p. 170.
    11. En este caso, la NASB, la versión que he estado usando, puede ser susceptible de malentendidos, ya que simplemente traduce el conector (griego: kai) como "y". Sin embargo, el contexto deja en claro que este conector tiene aquí el sentido de "incluso" o "que es", uno de sus usos normales en el Nuevo Testamento y en el idioma griego. La NVI no está sola al aclarar el sentido del conector aquí. Esto también es cierto, por ejemplo, en la Versión Estándar Revisada, la Biblia de Jerusalén y la Nueva Biblia en Inglés.

     

    Disponible en inglés en: http://www.the-highway.com/premil3_Venema.html

     

    Añadido a este sitio: 13 de julio, 2020

  • Evaluando el Premilenialismo - Parte 4

    EVALUANDO EL PREMILENIALISMO:

    Por: Cornelis P. Venema

    En: The Promise of the Future

    Traducido al español por: Carlos J. Alarcón Q.

     

    PARTE IV: LA HERMENÉUTICA DEL LITERALISMO

    Una de las características del dispensacionalismo es su insistencia en una lectura "literal" de la Biblia. A lo largo de su historia, muchos de sus defensores han alegado que los puntos de vista milenarios alternativos reflejan una baja mirada de la autoridad de las Escrituras porque no siguen esta hermenéutica.1 Especialmente cuando se trata de las profecías de la Biblia que se relacionan con el pueblo terrenal de Dios, Israel, los dispensacionalistas insisten en que se lean literalmente. A menudo se argumenta que las lecturas alternativas de estas profecías socavan la autoridad de la Biblia al espiritualizarlas ilegítimamente y sus promesas.

    Este énfasis en una hermenéutica literal está estrechamente relacionado con la distinción dispensacionalista entre el pueblo terrenal de Dios, Israel, y su pueblo celestial, la iglesia. Se argumenta que las profecías y promesas de la Biblia que se relacionan con Israel deben corresponder a Israel como un pueblo distinto. Debido a que Israel es una entidad nacional y étnica con una identidad e historia literal y concreta, cualquier promesa bíblica que se refiera a ella debe ser igualmente literal y concreta.2 Por lo tanto, si las Escrituras deben interpretarse correctamente, siempre deben tomarse en su significado literal, a menos que esto resulte ser imposible.

     

    1. ¿QUÉ ES "LITERAL"?

    Para evaluar la hermenéutica dispensacional del literalismo, es necesario definir con mayor precisión qué se entiende por lectura literal de la Biblia. Las opiniones varían entre los dispensacionalistas mismos en cuanto a lo que es.

     

    Es interesante observar que incluso en el caso de Scofield y la forma clásica de dispensacionalismo, el énfasis en una hermenéutica literal era algo calificado. Según él, los libros históricos de la Biblia no solo son literalmente verdaderos, sino que a menudo también tienen un significado alegórico o espiritual. Un evento histórico, como la relación entre Isaac e Ismael, es literalmente cierto, pero también puede tener más significado e importancia (ver Gálatas 4:23-31). Sin embargo, en el caso de los libros proféticos de la Biblia, Scofield insistió en que:

    Llegamos a la base de la literalidad absoluta. Las figuras se encuentran a menudo en las profecías, pero la figura invariablemente tiene un cumplimiento literal. No existe una instancia de cumplimiento "espiritual" o figurado de profecía... Jerusalén es siempre Jerusalén, Israel siempre Israel, Sion siempre Sion... Las profecías nunca pueden espiritualizarse, pero siempre son literales.3

    Esta es una declaración fuerte. Declara que todas las profecías en la Escritura tienen un cumplimiento literal, de modo que cada vez que no se interpretan literalmente, sino en sentido figurado, su significado se distorsiona necesariamente. Sin embargo, la declaración también reconoce, al menos con respecto a los pasajes históricos, que los eventos registrados pueden interpretarse también en términos de su significado espiritual.

    Entre los autores dispensacionalistas posteriores, se han hecho más intentos para definir lo que se entiende por una hermenéutica literal. Charles C. Ryrie ha dado dos definiciones representativas en su Dispensationalism Today4 y Paul Lee Tan en su The Interpretation of Prophecy.5

    Ryrie da la siguiente explicación de la posición dispensacionalista: ‘Los dispensacionalistas afirman que su principio de hermenéutica es el de la interpretación literal. Esto significa interpretación que da a cada palabra el mismo significado que tendría en el uso normal, ya sea que se emplee en la escritura, el habla o el pensamiento.6 En su exposición de esta afirmación, Ryrie continúa argumentando que el "uso normal" es realmente el equivalente de una interpretación gramatical e histórica del texto. Toma palabras en su sentido normal, simple u ordinario. La definición de Tan de esta hermenéutica es bastante similar: "Interpretar" significa explicar el sentido original de un hablante o escritor. Interpretar "literalmente" significa explicar el sentido original del hablante o escritor de acuerdo con el uso normal, habitual y adecuado de las palabras y el lenguaje. La interpretación literal de la Biblia simplemente significa explicar el sentido original de la Biblia de acuerdo con el uso normal y habitual de su lenguaje.7

    Al igual que Ryrie, Tan sostiene que una lectura literal de los textos bíblicos es equivalente a una lectura gramatical-histórica, una lectura que simplemente toma las palabras y el lenguaje del texto en su significado ordinario, común y claro.

    A pesar de estas variaciones, el reclamo principal del Dispensacionalismo es que los textos bíblicos deben leerse en su sentido simple, ordinario o literal, especialmente cuando estos textos hablan del pueblo terrenal de Dios, Israel, y cuando hacen promesas respecto a Israel. Aunque la presencia de lenguaje no literal y figurativo no se niega por completo (Scofield incluso reconoció la posibilidad de espiritualizar las interpretaciones de los acontecimientos históricos), la primera regla para cualquier lectura de un texto bíblico es que se lea de la manera más literal posible.

     

    II EVALUANDO LA HERMENEUTICA DEL LITERALISMO

    Indudablemente, los autores dispensacionalistas difieren considerablemente en el tema de una lectura literal de la Biblia. Las variaciones son evidentes entre las formas más antiguas y clásicas de dispensacionalismo, y las formas revisionistas y progresistas más recientes. Sin embargo, tomaremos las dos definiciones citadas como una representación justa de la visión predominante entre los dispensacionalistas.

    Al considerar estas definiciones típicas de lo que constituye una hermenéutica literal, dos problemas se destacan de inmediato.

     

    LITERAL Y TAL VEZ ESPIRITUAL

    El primer problema es el reconocimiento tácito de que una lectura literal del texto no necesita excluir un significado espiritual o un lenguaje figurativo y simbólico. En la posición original del propio Scofield, se hace una distinción algo arbitraria entre los textos históricos y proféticos de la Biblia. Esta distinción se hace para permitir la posibilidad de que los textos históricos puedan tener un significado tanto literal como espiritual. Aunque Scofield sostiene que esto nunca es posible en el caso de los textos proféticos, parece que no hay razón para que este no sea el caso. ¿Por qué los textos históricos que hablan de Jerusalén tienen un significado espiritual, mientras que los textos proféticos que hablan de Jerusalén deben tener siempre un significado literal? Además, la posibilidad de elementos no literales indica que es algo simplista y engañoso insistir en que los textos siempre se lean literalmente.

     

    LITERAL PERO NO REALMENTE LITERAL

    Un segundo problema aún más fundamental con estas definiciones es el intento de identificar "literal" con una lectura gramatical-histórica del texto, que a su vez se identifica con la toma de palabras en su significado normal o simple. El problema con este enfoque es que plantea la pregunta de qué significa "literal", "normal" o "simple". Esto puede ilustrarse considerando el significado de la palabra "literal".

    El "sentido literal" es una traducción del latín sensus literalis que significa "el sentido de, según la letra". Es decir, los textos deben leerse como lenguaje y literatura de acuerdo con las reglas que se aplican de manera ordinaria y apropiada a su uso y formas. Esto significa que, si el texto es poesía, debe leerse, según la letra, como poesía. Si el texto es una narración histórica, que relata eventos que ocurrieron en un tiempo y lugar en particular, debe leerse como narración histórica. Si el texto usa formas de discurso —símbolos, figuras, metáforas, símiles, comparación, hipérboles, etc.— debe leerse de acuerdo con la letra, tratando dichas formas de la manera apropiada. La idea básica es que cuando los textos bíblicos se leen en términos de su significado literal, deben leerse de acuerdo con todas las reglas y normas apropiadas.

    Para que el dispensacionalismo comience con un compromiso con la "lectura literal, simple o normal de un texto", surge la pregunta de cuál es ese sentido. Decir que el significado literal de la profecía y las promesas bíblicas debe ser siempre el significado más claro, concreto y obvio, es prejuzgar el significado de estos textos antes de leerlos 'de acuerdo con la letra', es decir, de acuerdo con las reglas que obtener para el tipo de lenguaje que se utiliza.

    Ha sido común desde la época de la Reforma Protestante hablar de una lectura gramatical-histórica de los textos bíblicos. Este es uno que toma en serio las palabras, frases, sintaxis y contexto de los textos bíblicos, por lo tanto, gramaticales, y también toma el contexto histórico y el tiempo de los textos en consideración cuidadosa, por lo tanto, histórico.

     

    Este enfoque se comparó con el enfoque medieval común de los textos bíblicos que distinguía, además del significado literal o histórico de un texto, tres niveles adicionales de significado: el tropológico (moral), el alegórico y el sentido anagógico (último o escatológico).8 Contra este sentido cuádruple medieval de los textos bíblicos, los reformadores hablaron del sensus literalis, el sentido literal del texto. Esto significa que un texto debe leerse de acuerdo con las reglas del lenguaje y la gramática, y las circunstancias históricas pertinentes, para descubrir su significado literal (y único).9

    Esto demuestra en principio la ilegitimidad de la comprensión del dispensacionalismo de lo que está involucrado en una hermenéutica literal. Pero debido a que este es un asunto tan importante, lo ilustraremos más concretamente a través de tres áreas problemáticas: primero, la relación entre la profecía o promesa del Antiguo Testamento y su cumplimiento en el Nuevo Testamento; segundo, el tema de la tipología bíblica; y tercero, la afirmación repetida a menudo de que los no dispensacionalistas espiritualizan ilegítimamente las promesas bíblicas con respecto a la nueva tierra. Cada una de estas áreas problemáticas muestra cuán inviable e inútil es decir que una lectura literal busca el sentido claro o normal de los textos bíblicos.

     

    III. PROFECÍA Y CUMPLIMIENTO

    La primera área problemática es el tratamiento dispensacionalista de las profecías del Antiguo Testamento y su cumplimiento. Aquí la insistencia en una lectura literal de los textos bíblicos, especialmente las profecías, enmascara la afirmación más básica de que solo se pueden hacer promesas terrenales o no espirituales a un pueblo terrenal. Debido a que las promesas a Israel son siempre y necesariamente terrenales y literales, es posible que no se apliquen directamente a la iglesia. El dispensacionalismo colapsaría, como método de lectura de profecías bíblicas, si se demostrara que las promesas hechas a Israel en el antiguo pacto encuentran su cumplimiento verdadero y final en la iglesia del nuevo pacto.

    El problema aquí es que el Nuevo Testamento refiere repetidamente las profecías y promesas del Antiguo Testamento hechas a Israel, a la iglesia. Cualesquiera que hayan sido los cumplimientos anteriores de la profecía del Antiguo Testamento, alcanzan su máximo cumplimiento en Cristo, en quien todas las promesas de Dios tienen su "sí" y su "amén" (2 Cor. 1:20). Esto puede ilustrarse con varios ejemplos.

    Entre las promesas más básicas en toda la Escritura está la promesa hecha por el Señor a Abraham, que "en ti todas las familias de la tierra serán bendecidas" (Génesis 12:3). Esta promesa se repite en Génesis 15, donde se le promete a Abraham descendientes tan numerosos como las estrellas de los cielos (versículo 5), y luego en Génesis 17, donde se le promete a Abraham una simiente y se dice que es el padre de una multitud de naciones. (versículo 4) En el relato del Nuevo Testamento sobre el cumplimiento de esta promesa, especialmente en el tratamiento del apóstol Pablo en Gálatas 3 y 4, se declara expresamente que esta promesa se ha cumplido en Cristo. Cristo no solo es la simiente de la promesa, Aquel en quien se cumplen estas promesas anteriores a Abraham, sino que todos los que pertenecen a Cristo, sean judíos o gentiles, también son simiente de Abraham. Al reunir, a través del evangelio, creyentes de cada tribu y lengua y pueblo y nación, la promesa del Señor a Abraham se cumple literalmente. Sin embargo, el punto de vista dispensacionalista es que esto puede ser, en el mejor de los casos, solo una aplicación secundaria, no el cumplimiento literal, de la promesa al Israel terrenal. Esta visión contradice la enseñanza del apóstol Pablo de que todos los creyentes judíos y gentiles son la simiente de Abraham y coherederos de la promesa.10

    De manera similar, las promesas hechas durante el antiguo pacto al Rey David encuentran su cumplimiento en la venida y reinado de Jesucristo, el Hijo de David y su Señor. En el anuncio del nacimiento de Jesús por medio del ángel a la virgen María, se registra que el ángel le dijo: ‘Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. "(Lucas 1: 31—33). Este pasaje, cuando se lee literalmente, dice que el niño por nacer es el cumplimiento de la promesa del Señor en 2 Samuel 7:13-16 (cf. Sal. 89: 26,27), la promesa de que el Hijo de David estaría sentado para siempre. sobre el trono de su padre David. Sin embargo, el dispensacionalismo en su forma clásica enseña que este reino davídico es un reino exclusivamente terrenal, un reino reservado al período del milenio (mil años) y al pueblo terrenal de Dios, Israel. Esta comprensión no solo falla la prueba de ser una lectura literal de las descripciones bíblicas de la promesa de un reino davídico (mil años no es para siempre), sino que también parece mucho menos una lectura simple del texto que la que se adopta habitualmente por intérpretes no dispensacionales: que la venida de Cristo es el comienzo del cumplimiento de la promesa hecha con anterioridad a David.

    Otra promesa bíblica que ilustra el problema del tratamiento dispensacionalista de la profecía bíblica es la promesa de un templo restaurado. Ezequiel 40-48 describe ampliamente la futura reconstrucción del templo después de la restauración de Israel de su cautiverio. Esta descripción habla en detalle de las dimensiones de este templo reconstruido, así como de la variedad de sacrificios que se ofrecerán en él, incluidas las ofrendas por el pecado. En la lectura dispensacionalista de esta profecía, esto se refiere a la reconstrucción literal del templo en Jerusalén durante el reino milenario. Sin embargo, esto crea un problema de cómo interpretar el lenguaje que describe la re-institución del sistema de sacrificios, en un momento posterior a la venida de Cristo y el logro de la redención a través de su sacrificio de una vez por todas en la cruz. En la New Scofield Reference Bible, se admite que este lenguaje no necesita tomarse literalmente: 'La referencia a los sacrificios no debe tomarse literalmente en vista de la eliminación de tales ofrendas, sino que debe considerarse como una presentación del culto al Israel redimido, en su propia tierra y en el templo milenario, utilizando los términos con los que los judíos estaban familiarizados en los días de Ezequiel.11

    Sin embargo, la admisión de que algunos elementos de la profecía de Ezequiel con respecto al templo reconstruido no deben tomarse literalmente es fatal para las afirmaciones hechas por el Dispensacionalismo de una lectura literal de la profecía. La misma razón que lleva al dispensacionalista a leer el lenguaje sobre los sacrificios en este pasaje de una manera no literal, porque conduciría a un conflicto con otras partes de la Escritura, podría aplicarse igualmente a otros aspectos de la profecía. De hecho, la Palabra de Dios indica el cumplimiento de esta profecía, pero no en el sentido literal de un templo reconstruido en Jerusalén durante el período del milenio.12

    Estos son solo algunos ejemplos de la forma en que el Dispensacionalismo no reconoce el cumplimiento de muchas de las profecías del Antiguo Testamento a Israel en la venida de Cristo y la reunión de su iglesia durante esta época actual. En lugar de permitir que la comprensión del Nuevo Testamento del cumplimiento de la profecía determine su punto de vista, el dispensacionalismo opera desde el prejuicio de que ninguna promesa a Israel podría, en el sentido estricto del término, cumplirse literalmente en relación con la iglesia. Pero este es un prejuicio basado en una dicotomía no bíblica entre Israel y la iglesia.

     

     

    1. TIPOLOGÍA BÍBLICA ¿UN TALÓN DE AQUILES?

    Una segunda área problemática relacionada, como es la interpretación de los tipos y las sombras bíblicas, es de alguna manera el talón de Aquiles de la hermenéutica literal del dispensacionalista.13 Los tipos bíblicos pueden definirse libremente como aquellos eventos, personas o instituciones en el Antiguo Testamento, que prefiguran o presagian sus realidades del Nuevo Testamento.14 En los casos de tales tipos bíblicos, el tipo del Antiguo Testamento se cumple en su significado típico y simbólico por la realidad del Nuevo Testamento. Por lo tanto, si se puede demostrar que muchos de los eventos históricos, personas e instituciones que fueron parte integral de la administración del Señor del pacto de gracia en el Antiguo Testamento, presagiaron eventos, personas e instituciones en su realidad y cumplimiento del nuevo pacto, El dispensacionalismo, como método de interpretación bíblica, parecería estar en grave peligro.

    Aunque podrían citarse muchos ejemplos de tipos bíblicos, tres son especialmente problemáticos para el dispensacionalismo: el templo, Jerusalén y los sacrificios.

    Comenzamos con la tipología del templo porque es con esto que concluimos la sección anterior sobre profecía. En la enseñanza de las Escrituras, el templo (antes, el tabernáculo) del Señor es el lugar de su peculiar morada en medio de su pueblo. El templo era el punto focal para la adoración de Israel, el lugar donde el pueblo del Señor podía acercarse a Dios cuando sus pecados fueran expiados por medio de los sacrificios instituidos en la ley. Hablando de la importancia del tabernáculo en el Antiguo Testamento, Geerhardus Vos, en su Biblical Theology, comenta:

    El tabernáculo ofrece una instancia clara de la coexistencia de lo simbólico y lo típico en una de las principales instituciones de la religión del Antiguo Testamento. Encarna la idea eminentemente religiosa de la morada de Dios con su pueblo. Esto se expresa simbólicamente en lo que respecta al estado de religión del Antiguo Testamento, y típicamente en lo que respecta a la encarnación final de la salvación en el estado cristiano... Que su propósito principal es dar cuenta de la morada de Jehová que es afirmada en tantas palabras [Ex. 25:8; 29:44, 45].15

    En su significado típico, el templo era una sombra o un tipo de la realidad de la morada del Señor con su pueblo. Según el Nuevo Testamento, esta realidad ahora se encuentra en Cristo mismo (Juan 1:14; 2:19-22; Col. 2:9) y en la iglesia como el lugar de la morada de Dios por el Espíritu (Ef. 2:21-22; 1 Tim. 3:15; Heb. 3:6; 10:21; 1 Ped. 2:5). Cristo y la iglesia son el cumplimiento del significado simbólico y típico del templo. Además, en el estado final de consumación, cuando el Señor habita para siempre en presencia de su pueblo en los nuevos cielos y tierra, se enseña expresamente que ya no habrá ningún templo para que el Señor habite en medio de ellos (Ap. 21:22).

    La insistencia dispensacionalista de que el templo es una institución que pertenece, en su forma literal, peculiarmente a Israel, no aprecia su significado típico en la revelación bíblica. La idea de que el templo sería literalmente reconstruido y serviría como punto focal para la adoración a Israel durante el período del milenio representa, desde el punto de vista del progreso y el desarrollo de la revelación bíblica, una reversión a los tipos y sombras del Antiguo Testamento. Desde este punto de vista, el dispensacionalismo hace retroceder el reloj de la historia redentora.

    Un malentendido similar de la tipología bíblica también caracteriza el tratamiento dispensacionalista de "Jerusalén" o "Sión". En el Antiguo Testamento, Jerusalén, o Sión, es la ciudad de David, el rey teocrático, y simboliza el gobierno del Señor en medio de su pueblo. Jerusalén es la ciudad del ungido del Señor, el lugar de su trono y el gobierno de gracia entre su pueblo. Es la "ciudad de Dios" (Sal. 46), el lugar donde los niños son concebidos y nacen para el Señor (Sal. 87). Es la ciudad a la que vendrán las naciones, a quienes el Señor ha prometido dar al Hijo de David como su legítima herencia (Sal. 2).

    Sin embargo, en el Nuevo Testamento, se nos enseña que Jerusalén es ahora la "Jerusalén celestial". Por esta razón, el escritor de los Hebreos puede decir a los creyentes del nuevo pacto: ‘sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,'(12:22-23). Esta es también la razón por la cual el Apóstol Juan puede informar la siguiente visión de la Jerusalén celestial como será al final de la historia de la redención: ‘Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios." (Ap. 21:1-3).

    Este tipo de pasajes nos describe el cumplimiento de todo lo que la Jerusalén del antiguo pacto tipificó y presagió. Confirman el patrón de la tipología bíblica: la Jerusalén literal del antiguo pacto es típica de la ciudad del nuevo pacto de Dios, la iglesia. La morada del Señor en medio de su pueblo, la presencia del santuario del templo, el trono de David: todo esto encuentra su cumplimiento y realidad en la bendición y consumación del nuevo pacto presenciada por el apóstol Juan en su visión de la isla de Patmos

    Una instancia adicional y estrechamente vinculada de la tipología bíblica es la de los sacrificios estipulados en la ley de Moisés, especialmente en el libro de Levítico. Estos sacrificios eran símbolos y tipos de la persona y obra de Jesucristo, el sumo sacerdote según la orden de Melquisedec, que cumple y perfecciona todo lo que presagiaron. Este es el argumento principal del libro de Hebreos, que compara y contrasta el tabernáculo, el sacerdocio y los sacrificios del antiguo pacto con su cumplimiento y perfección en Cristo. Los tipos y las sombras del antiguo pacto han sido abolidos, o mejor, encuentran su realidad y perfección en las realidades del nuevo pacto:

    Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre. Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tenga algo que ofrecer. Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley; los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte. Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas... Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer. (Heb. 8:1-6, 13).

    El punto resumido en este pasaje y expuesto en los ejemplos anteriores de tipos bíblicos constituye lo que se denomina el talón de Aquiles de la pretensión dispensacionalista de una hermenéutica literal. Esta afirmación no solo no hace justicia a la enseñanza del Nuevo Testamento con respecto al cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento, sino que también milita en contra de la afirmación hecha por los inspirados autores del Nuevo Testamento con respecto al significado tipológico del santuario, sacerdocio y sacrificio del Antiguo Testamento: La realidad del nuevo pacto hace que la sombra sea obsoleta y superflua. Además, el mismo principio se aplica a todos los tipos y sombras de la administración del antiguo pacto. Una vez que se reconoce este principio, la insistencia del dispensacionalismo en una re-institución literal de los tipos y las sombras del antiguo pacto parece estar en serio conflicto con la enseñanza de la tipología bíblica.

     

    1. ¿Y LA ESPIRITUALIZACIÓN?

    El tercer problema que queda por considerar es la afirmación dispensacionalista de que un cumplimiento no literal de las profecías bíblicas y las promesas a Israel traiciona una espiritualización que no puede hacer justicia a los textos bíblicos. Según el Dispensacionalismo, muchas promesas a Israel no se pueden tener en cuenta a menos que se entienda que se cumplen literal y concretamente durante el período del próximo milenio.

    Entre tales profecías, los dispensacionalistas a menudo citan pasajes como Isaías 11:6-10 y 65:17-25. Ambas profecías se tratan en la Scofield Reference Bible como predicciones del milenio, el período de mil años del reinado literal de Cristo sobre la tierra desde Jerusalén. Este reinado milenario representa la reanudación de los tratos peculiares de Dios con su pueblo terrenal, Israel, después de los tiempos de los gentiles, el período de paréntesis de la iglesia ha concluido con el rapto y la siguiente tribulación de siete años. Según el dispensacionalismo, estas profecías son una prueba convincente de que las profecías del Señor a Israel solo pueden tener un cumplimiento literal y concreto. El lenguaje utilizado en ambos pasajes, según el dispensacionalista, solo puede entenderse referidas a un milenio literal o reino davídico en la tierra.

    Sin embargo, una inspección más cercana de estas dos profecías no respalda esta afirmación. En Isaías 11:6-10, el profeta describe una bella imagen del reinado del tronco de Isaí. Este reinado se caracterizará por la paz y tranquilidad universales. En este reino, el Señor declara que ‘Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará.... No dañarán ni destruirán en todo Mi santo monte, porque la tierra estará llena del conocimiento del Señor cuando las aguas cubran el mar "(versículos 6, 9).

    No es evidente que esto describa al milenio de la expectativa dispensacionalista. No se menciona que se trate de un período de tiempo limitado, quizás un período de mil años de duración. Más importante aún, este pasaje habla de un reinado caracterizado por una paz universal y el conocimiento del Señor. El milenio de la expectativa dispensacionalista, por el contrario, incluye la presencia de algunas personas que no reconocen al Señor, e incluso una rebelión sustancial al final por parte de muchos en contra de él, el período de "un poco de tiempo" de Satanás. La descripción de Isaías 11:6-10, en consecuencia, podría referirse mejor al estado final de los "nuevos cielos y tierra" que el milenio. Aunque este lenguaje se toma legítimamente para describir las circunstancias en la tierra, y no para ser espiritualizado en un sentido no terrenal, describe mejor la paz universal y el conocimiento del Señor que caracterizará el estado final en la consumación que lo terrenal y Reino davídico de expectativa dispensacional.

    La segunda de estas profecías, Isaías 65:17-25, es algo más difícil de interpretar. En la New Scofield Reference Bible, el primer verso, que habla de los nuevos cielos y una nueva tierra, se toma como una descripción del estado final, pero los versos restantes (versos 18-25) se toman como una descripción del milenio.16 Por lo tanto, se considera que este pasaje es una descripción tanto del estado final como del milenio que lo precederá. Esta lectura tiene cierta plausibilidad, porque el versículo 20 describe un momento en que los bebés no serán interrumpidos después de haber vivido solo unos pocos días, y cuando los mayores no morirán prematuramente. Este versículo declara expresamente que "el joven morirá a la edad de cien años y el que no cumpla los cien años será considerado maldito". Debido a que la muerte se menciona en estos versículos, los dispensacionalistas argumentan que no puede referirse al estado final.

    Aunque este es un pasaje difícil, bien puede ser el caso de que, en esta descripción profética de los nuevos cielos y la nueva tierra, este lenguaje se esté utilizando para describir el estado final. Si la lengua se imprime literalmente, puede parecer que está en conflicto con la enseñanza bíblica de que la muerte ya no existirá en los nuevos cielos y la tierra. Pero quizás el lenguaje utilizado es simplemente una forma de afirmar figurativa o poéticamente las incalculablemente largas vidas que vivirán los habitantes de la nueva tierra.17 Debe observarse que estos versículos también hablan de las vidas de los habitantes como "la vida del árbol' (v. 22), lo que sugiere una extraordinaria longevidad de la vida. Quizás más significativamente, estos versículos dicen que "la voz del llanto y el sonido del llanto" ya no se escucharán en Jerusalén, el mismo lenguaje utilizado en Apocalipsis 21:4 para designar el estado final. La lectura más probable de estos versículos, por lo tanto, es que ellos, desde el versículo 17 hasta el versículo 25, describen en el lenguaje de la experiencia presente, algo de la alegría, la bendición y la vida eterna que serán las circunstancias del pueblo de Dios en los nuevos cielos. y la nueva tierra.18

    En otras palabras, estos y otros textos similares tienen un lugar apropiado dentro de una lectura no dispensacionalista de la Biblia. Simplemente no es el caso de que todos los no dispensacionalistas espiritualicen estas profecías y no tomen en serio su descripción de la vida renovada en la nueva tierra. No es necesario ser dispensacionalista para hacer justicia al lenguaje concreto y terrenal utilizado en estas profecías de los nuevos cielos y la tierra. Mientras se entienda que el estado final requiere un cielo nuevo y una tierra nueva, se puede apreciar la riqueza y concreción de las imágenes en estos pasajes bíblicos. De hecho, desde una perspectiva, incluso se podría argumentar que en la medida en que el milenio dispensacionalista no alcance la bendición de la vida en la nueva tierra descrita en estos pasajes, se vuelve más culpable de espiritualizar su lenguaje y significado. Mientras los no dispensacionalistas insistan adecuadamente en la restauración de la tierra en el estado final, no necesitan admitir en lo más mínimo la acusación de que han espiritualizado ilegítimamente las profecías de las Escrituras con respecto al estado final.

     

    CONCLUSIÓN

    La afirmación dispensacionalista con respecto a una interpretación literal de las Escrituras es realmente el producto de su insistencia en una separación radical entre Israel, el pueblo terrenal de Dios y la iglesia, el pueblo espiritual de Dios. Sin esta suposición subyacente, que Dios tiene estos dos pueblos distintos, no hay razón para negar el cumplimiento de las promesas del antiguo pacto en las realidades del nuevo pacto. Tampoco hay ninguna razón para evitar las implicaciones de la tipología bíblica para el sistema dispensacionalista.

    Quizás la evidencia más contundente contra la hermenéutica dispensacionalista se encuentre en el libro de Hebreos. El mensaje del libro de Hebreos es, si puedo hablar anacrónicamente, una refutación convincente del dispensacionalismo. Mientras que el libro de Hebreos es un argumento sostenido para la finalidad, riqueza y cumplimiento de todas las palabras y obras del pacto del Señor en el nuevo pacto que está en Cristo, el dispensacionalismo quiere preservar los viejos arreglos intactos para Israel, arreglos que serán restablecidos en el período del reino milenario. Sin embargo, esto equivaldría a volver a lo que se ha superado en el nuevo pacto en Cristo, volviendo a los arreglos que se han vuelto obsoletos y superfluos porque su realidad se ha realizado en las disposiciones del nuevo pacto. El mediador de este nuevo pacto, Cristo, es el cumplimiento de todas las promesas del Señor a su pueblo. Por lo tanto, para el escritor de los hebreos, cualquier reversión a los tipos y ceremonias del antiguo pacto sería una salida inaceptable de las realidades del nuevo pacto en lugar de las sombras del antiguo.

    Aunque pueda parecer demasiado severo para algunos, no se nos permite ningún otro juicio con respecto al sistema de interpretación bíblica conocido como Dispensacionalismo: representa un apego continuo a las sombras y ceremonias de la dispensación del antiguo pacto y también un fracaso para apreciar adecuadamente la finalidad de El nuevo pacto. Su doctrina de una hermenéutica literal demuestra no ser literal en el sentido propio del término. En lugar de leer el Nuevo Testamento "según la letra", el Dispensacionalismo lee el Nuevo Testamento a través de la lente de su insistencia en una separación radical entre Israel y la iglesia.

     

    Notas

    1. Aquí y a lo largo de esta sección estoy usando el término "hermenéutica" en el sentido básico de un método o enfoque para la lectura de la Biblia. El dispensacionalismo se caracteriza por una hermenéutica o forma particular (siguiendo ciertas reglas o principios) de leer los textos bíblicos, que enfatiza especialmente el principio de una lectura literal.
    2. Vea, por ejemplo, Ryrie, Dispensationalism Today, pp. 86—109, 132—55.
    3. Cyrus I. Scofield, The Scofield Bible Correspondence School, Course of Study (7th ed., 3 vols.; sin lugar ni editorial obtenida), pp. 45-46 (como citado por Vern S. Poythress, Understanding Dispensationalists [Grand Rapids: Zondervan, 1987], p. 24).
    4. Chicago: Moody, 1965.
    5. Winona Lake, Indiana: BMH Books, 1974.
    6. Dispensationalism Today, p. 86.
    7. The Interpretation of Prophecy, p. 29.
    8. Sobre la base de este sentido cuádruple de los textos bíblicos, una referencia al agua podría significar literalmente, un líquido incoloro; moralmente, la necesidad de pureza; alegóricamente, bautismo por agua; y anagógicamente, la vida eterna en la Jerusalén celestial. O, para usar otro ejemplo común, Jerusalén podría significar literalmente, la ciudad de Palestina; moralmente, la necesidad de mentalidad celestial; alegóricamente, ciudadanía en el cielo; y anagógicamente, la Jerusalén de los cielos nuevos y la tierra nueva.
    9. Hablando en contra de esta enseñanza medieval de un sentido cuádruple, la Confesión de Fe de Westminster, capítulo 1.9, establece que ‘el verdadero y pleno sentido de cualquier Escritura... no es múltiple, sino uno".
    10. En la sección anterior que trata sobre la relación entre Israel y la iglesia, el argumento ofrecido para rechazar cualquier separación aguda entre ellos está estrechamente relacionado con esta comprensión bíblica del cumplimiento de las promesas a Israel en el nuevo pacto.
    11. La New Scofield Reference Bible, notas sobre Ezequiel 43:19. Esta nota representa un cambio de la Scofield Reference Bibleoriginal, que dice: ‘Sin duda, estas ofrendas serán conmemorativas, mirando hacia la cruz, ya que las ofrendas bajo el antiguo pacto fueron anticipatorias, esperando la cruz. En ninguno de los casos, los sacrificios de animales tienen el poder de quitar el pecado (Heb. 10:4, Rom. 3:25)’ (nota sobre Ezequiel 43:19).
    12. La afirmación dispensacionalista de que el templo será reconstruido en Jerusalén durante el milenio presenta una serie de problemas: primero, incluso si no se restablecieron los sacrificios o tal vez solo se ofrecieron sacrificios conmemorativos, como han sugerido algunos dispensacionalistas, Cristo no pudo ministrar en este templo porque él no es un sacerdote 'según el orden de Leví' (cf. Heb. 7:14); segundo, Ezequiel no dice nada acerca de la reconstrucción del templo durante el período conocido como el milenio; y tercero, la profecía de la reconstrucción del templo es una profecía de la morada del Señor en medio de su pueblo que se describe en Apocalipsis 22. El dispensacionalismo malinterpreta esta profecía porque tiene una visión inadecuada de los tipos y sombras bíblicos en relación con su cumplimiento, un tema al que me referiré a continuación.
    13. Para una evaluación crítica del manejo del dispensacionalismo de la tipología bíblica, ver Poythress, Understanding Dispensationalists, p. 111-17.
    14. Norton Street, How to Understand Your Bible, rev. ed. (Downers Grove, Illinois: InterVarsity, 1974), p. 107, ofrece la siguiente definición útil de un tipo bíblico: "Un tipo puede definirse como un propósito Divino del Antiguo Testamento, que presagia una realidad espiritual del Nuevo Testamento".
    15. Grand Rapids: Eerdmans, 1948 (and UK edition, Edinburgh: Banner of Truth, 1975), p. 148.
    16. Estos versículos tienen el título "Condiciones milenarias en la tierra renovada sin maldición" (New Scofield Reference Bible).
    17. Este lenguaje y sugerencia es el de Anthony Hoekema, The Bible and the Future, 1979), p. 202.
    18. Algunos postmilenialistas considerarían que la descripción de estos versículos se refiere al milenio, la edad de oro que precederá al regreso de Cristo y al estado final. Ver, por ejemplo, Davis, Christ’s Victorious Kingdom, pp. 37-8. Aunque este punto de vista no incluye la comprensión dispensacionalista de un reino reservado al pueblo terrenal de Dios, Israel, sí considera que este pasaje describe un período cuyas bendiciones no alcanzan la perfección del estado final.

     

    Disponible en inglés en: http://www.the-highway.com/premil4_Venema.html

     

    Añadido a este sitio: 13 de julio, 2020

     

  • Evaluando el Premilenialismo - Parte I

    Evaluando el Premilenialismo

    Por: Cornelis P. Venema

    En: The Promise of the Future.

    Traducido al español por: Carlos J. Alarcón Q.

    PARTE I:

    EL PROBLEMA CON EL PREMILENIALISMO

    La característica común de toda enseñanza premilenial es la afirmación de que el regreso de Cristo al final de los tiempos tendrá lugar antes del período conocido como el milenio. Cualesquiera que sean las diferencias existentes entre el premilenialismo histórico y el dispensacional, que son considerables, esta enseñanza es común para ellos. Aunque se ofrecen varios argumentos para un regreso premilenial de Cristo, a menudo se citan dos pasajes bíblicos para apoyarlo. Estos son 1 Cor. 15:23-26 y Ap. 20:1-6. Este último es el pasaje más importante porque sin su enseñanza algunos premilenialistas reconocen que 1 Cor. 15:23-26 obviamente no sugeriría un regreso de Cristo antes del milenio.1