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Los
Santos del Antiguo Testamento:
Miembros de la Iglesia
-por
Charles H. Spurgeon
Tomado
de La
Espada y el Palustre (Sword and Trowel), Marzo, 1867
(Una Respuesta Bíblica al Dispensacionalismo)
La
siguiente reproducción no tenía firma, y fue presumiblemente escrita
por el mismo C. H. Spurgeon como editor.
Se demuestra que la correcta recepción de la sana doctrina ha de
combatir por si misma la noción de que los santos del antiguo pacto están
excluidos de la Iglesia. Las
verdades dispensacionales no pueden negar hechos doctrinales.
Desde los días de C.H. Spurgeon el error el cual es aquí refutado, ha
llegado a ser, tristemente mas generalmente aceptado por los cristianos
profesantes. Confiamos que
la reaparición de estas sabias palabras han de probar ser de gran ayuda
a muchos.
El articulo, levemente acortado por el espacio, pero aun así sin
alterar, fue titulado:
“Hay
Algunos Que os Perturban”
La
historia de la iglesia Cristiana del principio lleva consigo el notable
testimonio a la profunda reverencia con la que los creyentes gentiles
honraban los nombres de los venerados padres del pueblo Judío.
Estos injertos de una fuente ajena a la verdadera vid se sentían
peculiarmente sensitivos sobre la cuestión de sus antepasados.
Los argumentos tan frecuentemente utilizados por el Apóstol
Pablo para probar que en Jesús el Cristo no hay diferencia, no fueron
suficientes para aliviar sus mentes de la inferioridad.
De la misma forma que ahora podemos suponer que [varias]
generaciones deben pasar antes que el negro, no solamente liberado, sino
establecido, cese de sentir que su piel oscura traiciona su violento
pasado; por eso, existió un sentido de vergüenza cuando reflexionando
sobre ellos mismo, y en un sentido de envidia en cuanto a lo
concerniente a sus hermanos Judíos, los cuales motivaban los
convertidos del evangelio – ya fueran Griegos o Bárbaros – a buscar
y establecer algunos puntos de alianza con los benditos patriarcas y
profetas de la fe Israelita. Su extremada credulidad es instructiva. Usted podría
persuadirles fácilmente a que se sometieran durante los primeros años
a la ordenanza de la circuncisión; ellos muy deseosamente observarían
cualquier ayuno o las fiestas, harían largas y tediosas jornadas hacia
Jerusalén, o se adaptarían a cualquiera de las costumbres Judaicas,
atraídos por la carnada de tentación de tener asociación con la raza
favorecida “a la cual pertenecen la adopción, y la gloria, y los
pactos, y la promulgación de la ley, y el servicio a Dios, y las
promesas; de quienes son los padres, y de los cuales según la carne
vino Cristo, quien es sobre todos, bendito Dios para siempre.”
La epístola a los Gálatas fue escrita con el especifico propósito de
controlar las tendencias judaizantes de aquellas iglesias.
Al perseguir ese objetivo, el Apóstol utilizo una severidad
extraordinaria mientras denunciaba los falsos maestros.
Pero su tierna simpatía hacia las débiles conciencias de sus
discípulos no es menos conspicua.
Él da y repite con seguridad tras seguridad que sus
preocupaciones de inhabilidad no tenían fundamento.
Ellos poseían un titulo indestructible a todas las bendiciones
patrimoniales y federales. Estos fueron sellados por el Espíritu de Dios, y tal se vería
comprometido en vez de confirmado por cualesquiera actos carnales.
“Y
si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y
herederos según la promesa”
El
Error Expuesto
Un
error de clase opuesta ha alcanzado notoriedad en nuestro día.
El elemento Gentil es predominante casi hasta el exclusivismo en
la Iglesia Cristiana. Ocupando
un lugar de privilegio el cual nuestros primeros padres no conocieron en
su día, se han levantado entre nosotros ciertos hermanos quienes muy
disimuladamente al principio, y muy abiertamente después, han
despreciado los patriarcas Judíos, y se han jactado para sí mismos un
reclamo superior al amor de Dios, y un lugar mas alto en los destinos de
los cielos que lo que ellos consideran posibles que los que heredaran
los santos de la era pre-Cristiana.
¡Profana contención! No tan pretenciosa como injustificable; no
tan atrevida como sin base en la Escritura.
¿Se admite a debate tal proposición, o es necesario hacer más
que referir cada indagador al llano, inequívoco testimonio del Nuevo
Testamento? Así pensamos
al principio, mientras que nuestros instintos espirituales se revolvían
ante la herejía. En
obediencia al consejo divino --- “Pero
desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran
contiendas.” – Nos hubiéramos contentado con la advertencia
al rebaño que nos deleitamos en alimentar.
Por diversas razones, la obligación de otro artículo es forzada
sobre nosotros. No damos lugar a nadie con la intensa simpatía que
sentimos con los honestos escrúpulos de cada alma que conscientemente
busca la luz de la verdad. Si él tal es un penitente quien ha tropezado
en el mismo umbral de la revelación, o ya sea un verdadero creyente
quien ha caído en las manos de guías peligrosos, y ha venido a ser
avergonzado en el esfuerzo por hallar su camino en cuanto a los más
profundos misterios de sus cortes interiores, nosotros ofrecemos nuestra
oración a Dios por el Espíritu de Sabiduría, que nos ha de capacitar
para dirigirle correctamente.
Diferencia
de Dispensación
Del
tenor de la correspondencia recibida, inferimos que no son pocos los
sinceros creyentes en Cristo, los que han tenido sus mentes desquiciadas
por varios tratados y publicaciones los cuales han sido, en su mayoría,
puestos en circulación anónimamente. Su pregunta es, “¿En vista de
las varias dispensaciones bajo las cuales ha placido a Dios reunir del
mundo un pueblo escogido y fiel, no ha sido reservado para la dispensación
Cristiana el componer la compañía privilegiada, la cual, en su unidad,
es llamada “la Iglesia”, “la novia de Jesús,” la “esposa del
Cordero?” Ya hemos refutado está noción.
Sin embargo, todavía parece ser que en el camino de aquellos que
diligentemente escudriñan las Escrituras han sido puestas las piedras
de tropiezo, las cuales, por la gracia de Dios, nos proponemos remover.
Y, primero de todo, te suplicamos que no te dejes engatusar por ninguna
apelación a “los arreglos Dispensacionales de Dios”, sabiendo que,
no importando cuanta variedad de ellas hayan habido, Su pacto ha seguido
siendo el mismo a través de todos ellos. Es un mero truísmo a que Abel no fue circuncidado, que Noe
no observó la Pascua, y Abraham no fue bautizado.
Solamente
Un Pacto de Gracia
La diferencia
de Dispensación no envuelve una diferencia de Pacto; y es de acuerdo al
Pacto de Gracia que todas las bendiciones espirituales son otorgados.
En cuanto al alcance de las dispensaciones estas indican grados
de conocimiento, grados de privilegio, y variedad de ordenanza de
adoración. La unidad de la fe no es afectada por estos, tal como somos
enseñados en el capitulo once de la Epístola a los Hebreos.
Los fieles de todas las edades concurren mirando a una ciudad, y
esa ciudad es idénticamente la misma que la Nueva Jerusalén descrita
en Apocalipsis como “una novia adornada para su marido.”
Muy
ciertamente, amados hermanos, vosotros no debéis tropezar ante el
anacronismo de comprometer a Abraham, David y otros, ¡en la hermandad
de la Iglesia! Si usted puede entender como nosotros, quienes vivimos
bajo la presente economía y, no como aquellos Judíos, nunca hemos sido
circuncidados, somos sin embargo contados en la verdadera circuncisión,
aquellos que adoran a Dios según el Espíritu.
Ni el tiempo ni la circuncisión son fundados en la fe de
Abraham. El se regocijó de
ver el día del Mesías; y lo vio y estuvo regocijado. Él creyó en
Dios quien “llama las cosas que no son como si fuesen”.
Haría muy bien a nosotros el caminar en las huellas de la misma
fe.
La
Iglesia en la Tierra no es Perfecta
Fue
indudablemente con un avance en
el conocimiento, privilegio y adoración, luz sin medida, que la
dispensación Cristiana, como el reino de Dios sobre la tierra fue
inaugurado. Nosotros lo
reconocemos como inaugurado por el ministerio personal de nuestro Señor
Jesucristo mismo, testificado por Su Resurrección, y desplegado por el
Espíritu de Dios. ¿Pero
quien entre nosotros se aventuraría a pensar que esta economía, bajo
la cual somos llamados, en contraste con las economías que la
precedieron, es perfecta? ¿Perfecta en que? ¿Somos perfectos en conocimiento? En parte conocemos y en
parte profetizamos mas cuanto venga lo perfecto lo que es en parte será
quitado. ¿Somos perfectos
en privilegio? ¡Tristemente! La gran mayoría de los creyentes caminan
en ataduras, fallando ver una clara seguridad del perdón, una total
inmunidad al terror de la muerte, o una gozosa anticipación de la
gloria que todavía está por ser revelada.
¿Soñaría
usted conque somos una organización perfecta? ¡En cuan poca cantidad
de veces son todos los componentes de las oficinas de hermandad ocupadas
por hombres quienes son movidos y que actúan bajo el Espíritu Santo!
¿Hay en cualquiera de las Iglesias, que reclaman alianza al mandamiento
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, tal completa presencia de
verdaderos creyentes, y tal total exclusión de todas las personas no-santas,
como para garantizar nuestra suposición que esa iglesia en particular
representa la novia de Cristo? ¿Fue
acaso anticipado en las parábolas del “el Reino de los cielos”, que
habría tal cosa?
¿Dónde
está la Iglesia en la Tierra?
Dejad
que los Hermanos de Plymouth definan “la Iglesia” de la cual, por in
junción o consentimiento de sus líderes, Abraham, Moisés, David, y
otros, “como siervos individuales”, que han de quedar removidos.
Sus “simples papeles” nos dirán, “es la unidad viviente
actual con Cristo, y con cada uno de aquellos quienes, desde la
resurrección de Cristo, son formados en esta unidad por el Espíritu
Santo venido del cielo.” Tórnese
a un lado ahora y mire esté gran cuadro.
¿En donde ha de ser observado?
¡En la Iglesia Ecuménica de Roma! ¡En la Iglesia Episcopal
establecida por la ley de Inglaterra! ¡En los sectores del
Presbiterianismo! ¡Entre las sociedades Metodistas! ¡Entre los
Congregacionalistas! ¿O está ella, después de todo, dentro de los
mismos Hermanos de Plymouth, cuya diversidad y desunión son tan
notorias? Nos aventuramos a
sugerir que la Iglesia, la cual es la novia, no tiene contraparte en
esta tierra. Mientras
Cristo, Quien es nuestra vida, no sea visible, la vida de los santos está
escondida – escondida con Cristo en Dios.
La Nueva Jerusalén está fuera de vista.
La Epifanía de la Iglesia está todavía por ser celebrada.
Esa bella jovencita (en el lenguaje de moda en la corte) todavía
no ha hecho su aparición. Ella no ha sido aun introducida. Su aparición
será la señal de las festividades nupciales.
No todos los que reclaman ser miembros de la Iglesia en la tierra,
porque ellos viven bajo esta dispensación, serán reconocidos en el día
del Señor. Ni el accidente
o la circunstancia de haber vivido antes de esta dispensación evitará
el reconocimiento de algunos de los santos en una unidad viviente con
Cristo en Su aparición.
La
Iglesia en “Romanos” y “Gálatas”
Extraemos
las siguientes notas de nuestro número de Enero Cosas
Nuevas y Viejas, el editor del cual es un caballero el cual es fácilmente
reconocido por su iniciales, así como por su nombre: ‘M.G.’ – Su
bondadosa comunicación no nos llegó a tiempo para nuestra edición de
Diciembre. La dificultad en
vuestro amigo se levanta, demasiado, debemos decir, de no ver que la
iglesia, como tal, no está en la mente del Apóstol en Gálatas ni en
Romanos. Él está hablando
de creyentes, y de la base sobre la cual ellos son justificados
individualmente ante Dios. Ellos
son justificados por fe, como Abraham lo fue, y por lo tanto, son
moralmente hijos de Abraham. Y además, aunque Abraham no perteneció y
no pudo pertenecer a un cuerpo el cual no tenía existencia, aparte del
propósito de Dios, hasta que la cabeza ascendió a los cielos, aun muy
ciertamente, Abraham y todos los santos del Antiguo Testamento han de
participar en la gloria celestial. No dudamos, que demasiadas personas, están confusos ante
este punto porque lo hacen una cuestión de comparación entre unas
personas con otras. Si
fuera un asunto de valor personal, santidad o devoción, Abraham habría
de estar por encima del mas santo y devoto entre nosotros.
Pero no es ese el asunto del todo, sino simplemente una cuestión
de los arreglos dispensacionales de Dios; y si alguien estuviera
dispuesto a encontrar falta en estos, nosotros no estamos a discutir con
ellos. Algunos en nuestros días, tienen formas de tornar este tema
en un ridículo, lo cual sabe mucho más a astucia que espiritualidad o
familiaridad con la Palabra de Dios.
Pero confiamos que nunca hemos de rendir la verdad de Dios, a fin
de escapar las lanzas de la ridiculez humana.
Aquí está el mismo quid del asunto.
Pero en cuanto al comentario de que el Apóstol Pablo estaba
manejando “simplemente una cuestión de los arreglos dispensacionales
de Dios” esta visión es tan contraria a aquello que el mismo ha
presentado en sus “Notas en Génesis,” solo necesitamos referir
nuestros lectores a su propio Comentario en los capítulos 16 y 22 de Génesis
para una cándida admisión que la alegoría tomada por Pablo de la
historia de Agar y Sara se refería a los pactos, y no las
dispensaciones.
Todavía
podemos, sin embargo, ser permitidos expresar nuestro profundo asombro
en cuanto a la declaración de que la Iglesia no está en la mente del
Apóstol ya sea en la epístola a los Gálatas o a los Romanos.
Si “Jerusalén la cual es de arriba es Libre”, no se refiere
a “la iglesia,” entonces
¿a qué se refiere? Estamos
enterados de que algunos comentaristas lo han interpretado como la
Iglesia Militante, mientras que otros lo han interpretado como la
Iglesia Triunfante. Pero
todavía están por llegarnos las noticias de que “individuos
justificados por Dios” fueron aludidos en cuanto a su maternidad.
Suponiendo que “la Iglesia” no es la madre de todos nosotros,
la inferencia se mantiene siendo puesta
transparentemente, “Abraham es el padre de los fieles, pero
cada hombre justificado es su propia madre,” qe. ducens ad adsurdum.
Que sea esto suficiente. No tenemos intención alguna de abrir las páginas de esta
revista al vano cencerreo.
“El
Pacto Sempiterno”
Un
estudio serio de esas Escrituras ha de mostrar que
“El
Pacto Sempiterno”
Tal
como ha sido gradualmente revelado, hará mucho mas que muchos vanos
argumentos nuestros para disipar de en medio esas doctrinas extrañas a
las cuales nos hemos referido. Ese
pacto fue declarado a Noe; aun fue luego abierto a Abraham e Isaac, fue
confirmado a David; Isaías se regocijo en sus misericordias, Jeremías
fue privilegiado en relacionar muchas de sus provisiones especiales; y
Pablo nos declara en su epístola a los Hebreos que este es el Pacto
bajo cuales provisiones la preciosa sangre de Cristo fue derramada;
Es la sangre del Nuevo Pacto.
El sacerdocio de Cristo es declarado ser según el orden de
Melquisedec; fue, por lo tanto, revelado en los días de Abraham.
La palabra del juramento por el cual fue consagrado nos es
comunicada a nosotros en el Salmo 110, y por lo tanto era bien conocido
por David. De la misma
manera, el don del Espíritu Santo, aunque no derramado sino hasta después
de la ascensión de Cristo, fue explicado por el Apóstol Pedro, en el día
de Pentecostés, como el cumplimiento
de la profecía que fue hablada antes de la Encarnación.
La sucesión dispensacional de eventos no afecta el Pacto.
Si así lo fuera, entonces Abraham no pudiese tener más interés
en la economía Judía que en la Cristiana, Canaán no fue poseída por
su descendencia sino hasta siglos después que la travesía del
patriarca por la tierra había terminado.
Participación
en la Muerte de Cristo
De
no haber tenido alguna participación en la muerte de Cristo, esos
creyentes hubieran muerto en sus pecados; pero si estaban interesados en
Su muerte, ¿porqué no en todas las bendiciones que le siguen? ¿Se
pretende que aunque su bienestar estaba profundamente envuelto en el
hecho de que “Jesús murió por esa nación, y no solamente por la
nación,” ellos son intencionalmente excluidos de la participación
en la inmediata consecuencia – “para
congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos?”
De acuerdo a los términos del pacto eterno, y no de acuerdo a la ley,
ni siquiera con el tenor de las dispensaciones transitorias, los santos
del Antiguo Testamento fueron justificados y aceptados por Dios.
El
testimonio a la novia no es peculiar al Nuevo Testamento.
Su alabanza y su destino fueron cantados por aquellos que fueron
antes. Y se presenta a
nosotros que la discusión completa que ha sido levantada debe excitar
un profundo y solmene suspiro de en nuestro pecho.
¿A donde ha huido la humildad?
¿Ha cesado esta de ser la virtud cardinal entre los seguidores
del Cordero?
¿Somos
uno con los Patriarcas?
Cuando
nuestros lectores terminen con esta revista, que tomen el Evangelio de
Mateo y lean el capitulo ocho, verso 11: “Y
os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán
con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos”
Marque las palabras “reino de los cielos,” tan a menudo
utilizada por Cristo para significar la dispensación del Evangelio. Las próximas palabras hacen esta construcción más obvia: “mas
los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será
el lloro y el crujir de dientes.”
Permítanos
implorarle a que invierta la pregunta que usted nos ha propuesto.
Esos benditos patriarcas son indudablemente herederos de las
promesas. Cristo los ha
reconocido. Usted no
necesita preguntarse si ellos se sentaran con usted, sino su inquisición
debe ser ¿Si usted se sentará con ellos en el reino de los cielos?.
Traducido
por Jorge L. Trujllo: 09/20/2006
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